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¿Frustrada una operación de falsas banderas para un 11-S nuclear del extremismo sionista ?

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¿El Arctic Sea en medio de una trama nuclear? Foto: El País/AFP

Es posible que haya sucedido o que esté sucediendo algo muy importante “debajo de la alfombra”, en preparación o en conexión (quizás para adelantarla e impedirla) con la clamorosa decisión de Obama de renunciar al sistema misilístico en Europa (con radar en la República Checa). No solo una decisión crucial, pero sobretodo devastadora para los planes israelíes. La motivación usada por Obama se basa, en efecto, sobre la evaluación conjunta de las agencias americanas, de los servicios secretos, de que Irán no posee, ni podrá poseer en un futuro previsible, ni el arma atómica, ni la capacidad de construir vectores capaces de lanzarla con destino a los Estados Unidos.

Se sabe que, al contrario, Israel considera esta eventualidad no solo posible, sino cercana, y que tiene toda la intención de truncarla, cueste lo que cueste, y de cualquier manera.

La elección de Obama es por lo tanto, al mismo tiempo, una dura toma de distancia del gobierno de Israel. Un cambio sin precedentes para los Estados Unidos de América. Esta es la premisa para encuadrar lo que contaré aquí sobre la base de las informaciones a disposición e intentando sanearlas de las contaminaciones por las que son surcadas.

Y no hay que sorprenderse porque el tema es candente, en todos los sentidos.

Quizás tenga que ver también, en todo esto, la misteriosa historia de la Artic Sea, la nave con bandera de Malta, pero con una tripulación rusa de 13 personas, desaparecida el pasado 28 de julio, asaltada por extraños “piratas” a lo largo de las costas portuguesas, en el Atlántico.

Pero empecemos por los últimos hechos e intentemos componer un difícil mosaico.

El 14 de septiembre todos los medios de comunicación rusos y el New York Times dieron noticia de un gravísimo incidente en la base militar de Tambov, a unos 400 km al sureste de Moscú. Citando a Reuters, que a su vez citaba la agencia Ria-Novosti, que a su vez citaba una fuente de alto nivel de los servicios secretos rusos, el New York Times informa que “cruciales documentos secretos pueden haber sido destruidos por el fuego” en un incidente en el que han perdido la vida cinco oficiales de guardia. El edificio pertenece “a los servicios secretos” y en él había “documentos secretos de especial importancia” para la seguridad nacional de Rusia.

“El incendio –refiere el artículo de Reuters- ha afectado seriamente la zona secreta del edificio”, cubriendo “alrededor de 400 metros cuadrados”. El vice ministro de defensa, Coronel-General Aleksander Kolmakov, acude al lugar junto a altos funcionarios de los servicios secretos. Todo habría sucedido a las 10 de la mañana del día anterior, domingo 13 de septiembre.

Aquí terminan las noticias oficiales y empiezan las extra-oficiales. Pero interesantes incluso después de haber sido depuradas. Hay una página web, bastante conocida, que dispone de discretos y demostrados contactos con fuentes rusas que quieren hacer saber “algo más”.

Se llama http://www.whatdoesitmean.com/index1275.htm y refiere a menudo análisis firmados con nombres femeninos, Sorcha Faal. No sé quién es, pero por el contexto y por el contenido se pueden decir dos cosas: hay verdad en lo que dice, aunque en el complejo hay que tomarlo con cautela.

De este análisis emergen cosas desconcertantes. El incendio no habría sido un incidente. Se habría tratado de un ataque de comandos contra “los bunker sede de la Dirección General de la Inteligencia rusa”. ¿Qué comandos? No se dice, pero se comprende que se trata de un trabajo de alta especialización. Uno o más grupos armados que, “en menos de 15 minutos” habrían logrado penetrar en el perímetro de seguridad, desactivar los sistemas anti-incendio y atacar el bunker de los documentos con armas incendiarias”.

Surgen muchas preguntas. ¿Quién ha invitado a los comandos? ¿Eran rusos? Y, si no eran rusos, ¿cómo podrían haber llegado al corazón de Rusia, recorriendo –se presume que en avión- varios centenares de km sin ser relevados o detectados? En Rusia todo es posible, pero tampoco en Rusia se hacen milagros. ¿Existe una relación entre este episodio y otros eventos sucedidos en las últimas semanas? Quizás se pueda intentar de poner en relación algunos de ellos. Hagamos un salto atrás de unos días. El 8 de septiembre el Jerusalem Post escribe que el premier Netanyahu ha desaparecido hacia destino desconocido.

El 9 otro periódico israelí precisa una noticia sensacional: Netanyahu ha volado en secreto a Moscú a bordo de un avión privado.

¿Por qué? ¿Cómo? La página mencionada refiere importantes detalles que parecen derivar de una fuente de los servicios secretos rusos. Sigamos el relato de Sorcha Faal.

Netanyahu se habría precipitado a ir a Moscú, sin ni siquiera avisar al gobierno ruso, para pedir “la inmediata restitución” de “todos los documentos, de la tripulación y de los agentes del Mossad capturados por los comandos rusos y americanos” que habían retomado el control del Arctic Sea después de que un comando compuesto por israelíes y agentes fuera de control (“rogue agents”, dice Sorcha Faal) de la CIA había asaltado la nave, tomando el control de la misma por varias horas, quizás días. Aquí las preguntas se acumulan. Y también las dudas.

Pero no es una invención peregrina con mucha probabilidad. La fuente del FSB que habla del asunto añade detalles extraordinariamente interesantes y también muy precisos. En la Dirección General del FSB de Tambov habrían estado “todos los archivos operativos” compilados por el FSB, el servicio secreto ruso, concernientes a la famosa Blackwater, la corporation privada a la que Bush y Cheney confiaron importantes encargos de seguridad en Iraq y no solo eso, y a la que la CIA (como resulta ahora de la investigación abierta en los Estados Unidos), comisionó el encargo de los asesinatos precisos para liquidar a los líderes y a los militantes de relieve de Al Qaeda. Es completamente lógico que los servicios secretos rusos tuviesen y tengan bajo observación esta actividad. Sería ilógico pensar lo contrario. Queda por comprender que es lo que han descubierto y como. ¿Pero qué tiene que ver Netanyahu?

Volvamos por lo tanto a su viaje secreto a Moscú. El 10 de septiembre, por la tarde, junto a los demás miembros del club de debate Valdai, del que formo parte, me encuentro con el ministro de asuntos exteriores ruso, Sergej Lavrov. Circulan muchas voces por Moscú sobre ese viaje y la pregunta es inevitable. Lavrov no confirma pero tampoco desmiente. Y obviamente no dice con quien se ha visto  Netanyahu y por qué. Pero declara que Moscú no ha violado ninguna de las reglas internacionales del comercio de armas y que ha suministrado a Irán, en el pasado, solo “armas rigurosamente defensivas”. Mientras tanto, fuentes israelíes, referidas por varios periódicos occidentales y también rusos, difunden la información según la cual, a bordo de la Arctic Sea no habría habido una carga de madera de valor, sino una carga de misiles S-300 destinados a Irán.

Los S-300 son mísiles anti-misil, es decir, arma defensiva.

Noticia extraña. Rusia habría mandado a lo largo de una ruta larguísima (desde el Océano Ártico, en el Atlántico, atravesando el canal de La Mancha, hasta llegar a las Canarias ¿pero para ir a dónde?) una carga delicadísima, exponiendo su mercancía a todo riesgo (como sucedería después), sin poder tenerla bajo control. Basta ver los mapas geográficos para comprender que Moscú puede enviar a Irán lo que quiere atravesando el Mar Caspio, donde se asoman sus puertos, así como los iraníes. Por lo tanto una noticia improbable. Seguramente la mercancía del Arctic Sea era muy importante, pero no era lo que dicen los israelíes. Y no estaba dirigido a Irán sino, esta es la novedad de Sorcha Faal- “a los Estados Unidos”.

Por esta razón habrían participado los Estados Unidos en la operación de recuperación del Arctic Sea, con hombres y sobre todo con informaciones sobre la localización de la nave.

Según la reconstrucción citada, la Marina Militar rusa, con la colaboración de unidades de la marina finlandesa y de los servicios americanos, habrían recuperado tres misiles, dotados de cabeza nuclear, después de haberlos recuperado del Kursk, el submarino nuclear hundido en el 2001, en circunstancias misteriosas en el Ártico. Una tragedia en la que perdieron la vida 118 marineros y oficiales rusos. En esa época los rusos habían encargado recuperar los cadáveres del Kursk a dos compañías danesas, la Mammoet y la Smit International, pero sin el permiso de tocar los misiles. Se trataba de misiles nucleares tácticos P-700 Granit, capaces de hundir naves de grandes dimensiones, por ejemplo portaviones.

Según fuentes del servicio de inteligencia militar ruso, el GRU, los misiles habrían sido cargados en el Arctic Sea y dirigidos hacia los Estados Unidos para entregarlos a la US Nuclear Security Administration que tenía que ocuparse de desmantelar la instalación Pantex, en Texas. Todo ello en base a los acuerdos de desarme del START 2.

La Arctic Sea, con una mercancía mucho más importante que la madera, es atacada por los “comandos no identificados”. Es obvio que no se trata de piratas comunes. Aquí están en juego servicios secretos potentes, capaces de ponerse como obstáculo nada menos que en una operación conjunta ruso-americana. Moscú reacciona con una vehemencia insólita. El comandante en jefe de la Marina Vladimirr Visotskij declara públicamente que “todas las naves y las embarcaciones de la marina rusa en el Atlántico han sido enviadas en búsqueda de la nave desaparecida”. El 18 de agosto el ministro de defensa ruso, Anatolij Serdiukov anuncia que las fuerzas navales rusas “en colaboración con el Comando Espacial de la Marina USA” han “vuelto a tomar posesión” de la Arctic Sea. Fuentes anónimas de los servicios secretos hablan de “terroristas de la CIA con falsos pasaportes estonios, letones y rusos. Hay otra fuente rusa, no anónima, que cuenta otras cosas. Se trata de Mikhail Voitenko, director de una revista especializada en incidentes marítimos, la Sovfracht, que hace saber que el Arctic Sea no era una nave de transporte cualquiera, sino que estaba dotada de los más modernos medios de localización y de comunicación. Además, en el momento del asalto de los “piratas”, la nave habría sido encontrada en aguas donde “incluso los celulares funcionaban”. ¿Por qué no se dio enseguida la alarma? El misterio se hace más denso. Mikhail Voitenko, después de haber hablado demasiado, escapa a Turquía y declara que está amenazado de muerte.

A este punto debemos volver a Netanyahu porque la página web arriba mencionada pone directamente en relación los servicios secretos israelíes con el asunto de la Arctic Sea. Veamos cómo.

Fuentes del ministerio del Exterior esta vez, revelan que el avión privado en el que viajaba Netanyahu, tenía un plan de vuelo que preveía el aterrizaje en Tbilisi, Georgia pero que (el hecho debe haber sucedido entre el 8 y el 9 de septiembre) imprevistamente en las cercanías del espacio aéreo ruso, el piloto pide “urgentemente” de poder aterrizar en Moscú, especificando que lleva a bordo al primer ministro israelita Netanyahu. El permiso es concedido y el avión aterriza en la base militar de Kubinka, no lejos de la capital.

Siempre según el relato de Sorcha Faal, llega al aeropuerto de Kubinka apresuradamente el presidente ruso Dmitrij Medvedev que se encuentra con un Netanyahu no solo enfadadísimo sino también con una delegación israelí, compuesta por el general Meir Kalifi, ministro de Asuntos Militares y Uzi Arad, consejero para la Seguridad Nacional de Israel.

La petición, perentoria, a Medvedev es “una inmediata restitución de los documentos de la tripulación y de los agentes del Mossad” capturados por los rusos y americanos a bordo de la Arctic Sea. Por lo que parece Medvedev, ya irritado por no haber sido avisado, por el insólito procedimiento y por el tono de sus invitados, replica que “la investigación está en curso” y que “Rusia no está dispuesta a dar ninguna prueba a nadie”. Con toda probabilidad se ha hablado también de otros temas que es imposible verificar. Uno de los temas en cuestión probablemente sería una petición de aclaración sobre las armas que Rusia estaría suministrando a Irán. Todo ello en conexión con un posible ataque israelí a las instalaciones nucleares iraníes. Sorcha Faal pone entre comillas frases de Netanyahu de increíble gravedad, como que “Rusia tendría que protegerse” y no caer de sorpresa cuando “nubes en forma de hongo empezaren a aparecer sobre Teherán”.

Ninguna mención sobre la reacción de Medvedev. Pero lo mismo Medvedev que Putin en esos días, también durante los encuentros con los miembros del Club Valdai, han ratificado repetidamente la inaceptabilidad de cualquier acción de fuerza contra Irán y de la necesidad de emprender el camino de  la negociación.

No resulta inútil recordar aquí quién era uno de los acompañantes de Netanyahu a Moscú, Uri Arad. El actual Secretario de la Seguridad Nacional de Israel es una persona no grata en los Estados Unidos. Lo es desde cuando, en el 2006, resultó estar directamente implicado en el así llamado AIPAC Espionage Scandal (AIPAC significa American Israelí Public Affair Committee). En ese proceso, ampliamente cubierto por la prensa americana, salió a la luz que importantes documentos de la política americana hacia Irán eran pasados a Israel, a través del AIPAC y personalmente Uri Arad, por un funcionario del Departamento de la Defensa, Lawrence Franklin, que fue condenado a 13 años por espionaje a favor de un estado extranjero; una condena que después fue transformada en 10 meses de arresto domiciliario. Y bien, se refiere que Uri Arad fue protagonista de un escándalo más cuando Hillary Clinton se encontró con Netanyahu en Jerusalén. Hilary y sus consejeros quedaron desconcertados al ver a Arad al lado de Netanyahu y, para evitar un incidente diplomático, propusieron que asistieran al encuentro solo tres personas por parte. Netanyahu no tuvo nada que objetar y pidió al embajador israelí en Washington, Sallai Meridor, que se alejase y se quedó con Uri Arad. Meridor dimitió unos días después y un vocero de Netanyahu explicó después que la presencia de Arad era “indispensable para la cuestión iraní”.

La posición de Arad en el asunto demuestra cuanto era indispensable “máxima disuasión”, en el sentido que Israel “debe amenazar y atacar cualquier cosa que tenga importancia al respecto empezando “por los líderes” y terminando por “los lugares sagrados”.

http://warincontext.org/2009/03/18/editorial-we-want-the-land-not-the-people).

Lo que  haya de verdad en las revelaciones (guiadas por los servicios secretos militares rusos) según los cuales entre los archivos destruidos en Tambov estaban también los que “confirmaban” las acusaciones contra los servicios secretos norteamericanos e israelíes, formuladas por el general Mirza Aslam Beg, ex jefe de estado mayor del ejército pakistaní, según los cuales “mercenarios privados” de la Blackwater (ahora llamada Xe) habrían sido “los organizadores de los atentados contra el ex primer ministro libanés Rafik Hariri y contra Benazir Bhutto”.

En cualquier caso, para concluir, se puede decir con certeza que el viaje de Netanyhau a Moscú es verdad. Y que algo de esta importancia sucede solo si están en juego eventos dramáticos.

Está claro que Netanyhau tenía mucha prisa, una semana antes de que Obama anunciase que Irán no constituye, por el momento, una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos. Queda por entender cuál era el objetivo del asalto al Arctic Sea y como es que nunca los servicios secretos israelíes se hayan expuesto tan abiertamente en una operación hostil contra los Estados Unidos y Rusia. Y queda por investigar, como es obvio, el asalto (si se puede hablar de asalto) a la base secreta rusa de Tambov, solo cinco días después del borrascoso encuentro en Kubinka.

http://www.megachipdue.info/component/content/article/42-in-evidenza/668-intrigo-internazionale-e-funghi-atomici-su-teheran-alta-tensione.html

 

Giulietto Chiesa

20 de septiembre 2009

 

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