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Vattimo y el Velo Islámico

Con el debate sobre el uso de símbolos religiosos en el espacio público, cobra vigencia el cristianismo antidogmático del filósofo italiano Gianni Vattimo (Turín, 1936), uno de los hoy llamados gurús de la postmodernidad. En este caso, Vattimo aporta un pensamiento flexible ante la cultura islámica, pero reclama nuevas reflexiones  en países como Italia, Francia y España.

Ángel Munárriz / Periodista


Gianni Vattimo:"... Lo básico es
aplicar las leyes que haya con
coherencia y sentido común, no
crear nuevas leyes para velos o
burkas..."



-¿El límite en el espacio público está entonces en el burka y no en el velo?

-Podría ser, sí. El principio de ser reconocible me parece fundamental. Pero, ¿hay que tener la cara siempre descubierta o sólo si lo pide la policía, como si pide la documentación? Si yo voy todos los días como en carnaval, ¿qué pasaría?

-Pero nadie cree que una máscara sea impuesta o resulte discriminatoria.

-¿El velo discrimina? No sé... Una sociedad no se puede tomar demasiado en serio las reglas de sus comunidades particulares. No deberíamos tomárnoslo tan en serio. Habrá quien crea que se le discrimina por no poder acostarse con muchachos de 12 años. Pero la ley pone otro límite. Y hay que cumplir la ley. Yo soy favorable a la integración de las distintas comunidades, siempre que cumplan la ley de todos.

-¿Cree que el debate tiene un sesgo islamófobo?


Sí, es una polémica artificial. No sé en España todavía, pero en Italia hay una islamofobia terrible y creciente, y se nota en todo este debate. Atacar el velo mientras se da dinero público a la escuela católica es estúpido. Y en Italia también está el problema de los crucifijos en los tribunales.

-O en las aulas, en España...

Claro. No puede haber símbolos de parte en espacios neutrales, es peligroso. Si nadie lamentara que haya un crucifijo, yo tampoco, porque soy cristiano. Pero si hay una persona que se siente amenazada, hay que quitarlo.

-Más que soluciones, usted aporta reflexiones...


¡Es que no lo tengo claro! Lo básico es aplicar las leyes que haya con coherencia y sentido común, no crear nuevas leyes para velos o burkas.

-¿Le convence la respuesta de la Iglesia a los casos de curas pederastas?

-Bueno, yo intento ser creyente (ríe). Intento ir a misa, pero no me quieren porque soy homosexual. Y yo no los quiero por este Papa antimodernidad. Los curas pedófilos han hecho lo que han querido y el Papa y los obispos los defienden. Es escandaloso.

-¿No espera una verdadera autocrítica de la Iglesia?


-¡No, pido una gran transformación! Permitir a los curas casarse y a las mujeres ordenarse sería un buen comienzo. El problema es que la Iglesia no renuncia al poder de castigar las costumbres sexuales de los demás.

-¿Roma se radicaliza para competir con el Islam?


-El Papa tiene la ilusión de que los nuevos católicos del Tercer Mundo, más fundamentalistas, salven a la Iglesia. Pero ya no somos carne de cruzada. O la Iglesia se adapta o pierde, porque los otros son más fuertes. En un enfrentamiento duro, ganan los musulmanes.

-La ocupación de filósofo de izquierdas debe de ser dura en la Italia de hoy.

-Te sientes un poco fuera de la comunidad humana, pero bien (ríe). Ha habido un desplazamiento de la opinión pública a la derecha. Antes yo escribía en diarios, ahora ya no. Soy un extremista que tiene que justificarse. ¡Si la esperanza de la izquierda es un ex fascista [Fini]!

-¿Europa ha aprendido la lección del siglo XX?


-El siglo XX está muy lejos. Los jóvenes ven la democracia como algo rutinario, un viejo objeto de familia. A mí no me gustan las crisis, pero son la única forma de que la gente se lo tome en serio.

-¿Pero ésta no ha acabado fortaleciendo el sistema?


Sí, ya lo sé... Quizás no tengo razón. Puede que el capitalismo sea eterno y sólo necesite reparaciones periódicas. Mi gran esperanza es América Latina. Chávez, Morales... Soy un castrista con dudas. Me gustan los peores (ríe).

*Actualmente es catedrático de Filosofía Teorética en Turín.Es uno de los principales autores del postmodernismo y considerado el filósofo del pensiero debole (pensamiento débil). Autor de amplia bibliografía, entre sus obras traducidas al español se destacan: Las aventuras de la diferencia (1979), El pensamiento débil (1983), El fin de la modernidad (1985), La sociedad transparente (1989), Ética de la interpretación (1989), Creer que se cree (1996), Diálogos con Nietzsche (2002), y Nihilismo y emancipación (2003).

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