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Cuidado Con La Teología Capitalista de Tomás Palau Y Otros

Espiritualidad de la Prosperidad

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Adital -

Los sistemas políticos y económicos no viven solo de ideología y dinero. Política y economía satisfacen las necesidades básicas del ser humano. Pero dejan al descubierto su lado espiritual, religioso. Por eso, todo sistema económico crea su espiritualidad o aprovecha algo ya existente, imprimiéndole su marca.

Los ideales socialistas casaban muy bien con la teología de la liberación, así como con la lucha de las comunidades eclesiales de base en sus reivindicaciones fundamentales. Sin transformarse en ideología socialista, la espiritualidad de la liberación alimentaba y alimenta hasta hoy, a las personas que asumen las prácticas transformadoras de la realidad en la línea de la emancipación y promoción de los pobres.

Y ahora, ¿qué espiritualidad puede responder al triunfo del neoliberalismo? ¿Dónde puede buscar apoyo espiritual para llenar el vacío que el puro consumismo y el materialismo dejan tras de sí?

Muchas iglesias pentecostales y neo-pentecostales han elaborado la espiritualidad de la prosperidad y con eso, mantenido a las personas en las redes del neoliberalismo, sustentadas por una visión religiosa de la realidad. ¿En qué consiste esta espiritualidad?

A la base está el individualismo neoliberal con su concepción de concurrencia y competencia de modo que vencen los más fuertes, los más astutos, los más "vivos". De esa lógica resulta el progreso. Peor par quien queda fuera de esos circuitos. Dicho de esta manera ruda, podría doler a los oídos cristianos. Ahí entre una "pitada" de espiritualidad que todo sazona.

Dios quiere la felicidad, la riqueza, los bienes materiales, la felicidad, la salud, aquí y ahora, para sus hijos. Quienes son ellos, si no los cristianos? Pensar de manera diferente es caer en la alienación tradicional. Esta prometía los bienes solamente para la vida eterna que se obtenía con los sufrimientos aquí en la tierra.

Cristo ya sufrió en nuestro lugar. Ahora viene a nosotros la bendición de Dios. Somos "hijos del Rey". Si vamos para el cielo, ¿por qué no anticipar un poco de él ésta vida?

¿Y los pobres? Siempre los tendremos entre nosotros, como dice el Señor. Ellos son los perdidos. Son perezosos, viciosos e idólatras. Si ellos van al infierno, ¿por qué no ensayar un poco aquí en la tierra? "El tercer Mundo es pobre porque es idólatra", predicaba Luis Palau, evangelista argentino naturalizado estadunidense. Dos hermanos nordestinos sentenciaban, en São Paulo, ‘que la culpa de la pobreza del Nordeste es la devoción idólatra al Padre Cícero.

Si los cristianos no consiguen hacerse ricos, es por falta de fe.  El obstáculo viene de algunos pecados ocultos. Confesándolos, conocerán la prosperidad. Pero aún así, si no consiguen quedar ricos, es por culpa de algún antepasado.

En esta espiritualidad, no hay lugar para la solidaridad ni para opciones por los pobres. Es estrictamente individualista. ES una espiritualidad de los resultados. Los ricos ya están bendecidos. Encuentran la bendición en la paz interior, tomando en cuenta que ya poseen los bienes materiales. Los pobres deben buscarla para sí y sus familiares, recorriendo a ritos religiosos, como el de bendecir o uncir con óleo santo los carnets de trabajo.

Para la Iglesia Universal del Reino de Dios la vida espiritual es una transacción financiera con el cielo. A mayor oferta, mayor bendición. La espiritualidad de la prosperidad es el corazón de esa Iglesia. Ella incentiva más que tener buscar un trabajo formal, con seguridad social, la creación de microempresas. Un obispo de la Universal, moviéndose en un lujoso carro del año, decía: "Yo enseño la prosperidad y vivo la prosperidad".

SE recurre entonces a un "poder" de las palabras el cual libera "energías positivas" y combate el ‘bajo astral’ con efecto sobre las cosas, las enfermedades. La realización de esta espiritualidad es "vida larga y próspera".

Otra expresión de ella, es la idea de que Dios no hizo a su pueblo para ser "cola" el mundo, si no su "cabeza". Incentivase a los cristianos a ambicionar puestos de mando en la tierra. A los "perdidos" hay que imponerles obediencia y evitar que hagan males mayores.

La participación en política, no es para una transformación social, más bien, se debe trabar la lucha del bien contra el mal, sin lugar para pluralismo. El bien se identifica con los ideales e intereses de la propia iglesia y de sus dirigentes. Se regresa a la vieja idea de la batalla espiritual que transforma en enemigo, todo aquello con lo que esa espiritualidad no está de acuerdo. Divide el mundo en dos campos: el lado de Dios (el lado de la iglesia) y el lado del mal, del demonio: todas las fuerzas que difieren de su manera de ver la realidad.

La espiritualidad de la prosperidad es una respuesta al momento actual. Corresponde muy bien al clima dominante de la cultura pos-moderna al servicio del neoliberalismo. De ahí su seducción. Ofrece el camino rápido del éxito sin pasar por el trabajo, por la renuncia, por el esfuerzo. El éxito económico aún el logrado por caminos sospechosos. Es señal de la bendición de Dios. La riqueza es vista como un valor en sí misma, sin ninguna responsabilidad social. Muy lejos de la doctrina social de la Iglesia que defiende la hipoteca social sobre toda propiedad. Los bienes materiales son vistos como privilegio y bendición para algunos escogidos de Dios, no son destinados para todos los seres humanos. Se produce una identificación rápida entre la bendición de Dios y los bienes materiales de los ricos.

Esta espiritualidad se atiene a una interpretación liberal y unilateral del Antiguo Testamento.  Olvidando  que Jesús vino da darle a este, el verdadero sentido  No se tiene la mínima sensibilidad por la dimensión social, ni por el amor predilecto de Dios por los pobres. Los verdaderos bienes para los cristianos, se encuentran retratados por Jesús en el Sermón de la Montaña y en su propia vida.

Jesús proclama Bienaventurados los pobres y no aquellos que nadan en las riquezas y las ambicionan para sí. Jesús cuestiona aquel rico que sólo pensaba en almacenar más y más bienes. :"Insensato! Esta misma noche tu vida te será reclamada, y lo que acumulaste, ¿para quién será? Y concluye con una frase lapidaria: "He aquí lo que ocurre a quien reúne un tesoro para sí mismo, en vez enriquecerse delante de Dios" (Lc. 12, 16-21).

Como puede observarse, esto es exactamente lo opuesto de la espiritualidad de la prosperidad que solo piensa en el enriquecimiento individual, y cuanto más, mejor. Olvida la condición de mortal.

Demos un paso más. Jesús se refiere directamente a la fragilidad de los bienes terrestres que la polilla y los gusanos corroen, que los ladrones roban. Y Concluye: acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde la polilla y los gusanos no causan daños, donde los ladrones no rompen ni roban. Y concluye con refrán de sabiduría: "donde está tu tesoro, ahí está tu corazón" (Mt 6, 19-21).

La enseñanza de Jesús sobre el seguimiento se sitúa en una posición diametralmente opuesta a la espiritualidad de la prosperidad. En su base está el desprendimiento y no la acumulación. "Cualquiera de vosotros que no renuncia a  todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo" (Lc 14, 33).

Se necesita tener una absoluta ceguera ante el evangelio de Jesús, para proponer una espiritualidad de la prosperidad como expresión del Proyecto de Dios. Este se manifestó en su plenitud en predicación y en la persona de Jesús. Los pasajes del Antiguo Testamento, que parecen identificar la bendición de Dios con la abundancia de bienes, revelan un aspecto de su proyecto creador. Los bienes creados están destinados a todos los seres humanos y no a ser privilegio de algunos engordan y derrochan, mientras otros carecen de todo. El Nuevo Testamento avanza . Relativiza los bienes materiales en la perspectiva del hermano, del servicio a los demás, de la propia misión.

La espiritualidad de la prosperidad invierte el sentido cristiano. Es materialista, pagana. Nada cristiana. No se opone al canto de sirena del neoliberalismo, capitula. Es la espiritualidad que justifica la injusticia social, tranquilizando la conciencia con un barniz religioso. Camufla la verdad de la injusticia social, transfiriendo a Dios, bendición y maldición - la diferencia social entre los humanos, fruto del sistema económico, al menos, en su forma actual.

[www.jblibanio.com.br (Sitio web organizado por un grupo de amigos y admiradores de JB Libanio. Consulte de este autor el libro: ¿Cuál es el futuro del Cristianismo? São Paulo, 2006, 2ª edición 2008)].

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