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Hans Küng, La Economía Debe Ir Con La Ética

Hans Küng: Creo en Dios y su Cristo, pero no creo ‘en’ la Iglesia”

 

Religión Digital

 

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El teólogo alemán Hans Küng considera que las estrategias económicas y el juicio ético deben ser vinculados entre sí para evitar, como ha ocurrido con el modelo neocapitalista actual al que responsabiliza de la actual crisis económica, sus antisociales consecuencias.
 En su nuevo libro, “Lo que yo creo”, Küng reitera su convicción de que la nueva arquitectura de las finanzas debe estar respaldada por un ordenamiento marco de carácter ético, porque -afirma- la codicia y la altanería humanas “sólo pueden ser refrenadas con unas cuantas normas éticas básicas” como las que se han ido configurando desde la hominización del ser humano”.
Publicado por Trotta, “Lo que yo creo” -que llega estos días a las librerías españolas- quiere ser una síntesis, en clave espiritual, de toda su trayectoria “como pensador y del camino personal” que ha recorrido en su vida, afirma el autor en un blog puesto en marcha por la editorial y que inaugura el propio Küng con una referencia sobre su nuevo libro.
Esta síntesis, añade el teólogo, se despliega a lo largo del libro en tres líneas de fuerza que articulan su contenido: primera la del “decurso biológico que va del nacimiento a la muerte, desde los primeros pasos en la vida hasta la visión del final y la conciencia de la cierta -aunque incierta en cuanto a su hora- muerte del individuo”.
Segunda, “la línea del decurso biográfico, la narración de los hechos y las vivencias de la propia vida, que he relatado pormenorizadamente en los dos volúmenes de mis memorias publicados hasta ahora, y que son la materia a partir de la cual se hacen las ‘meditaciones’ que contiene este libro”.
Y, en tercer lugar, “el curso filosófico y teológico de las ideas, el estudio y la reflexión, a veces sobre materias muy especializadas, que han conformado mi trayectoria intelectual y que han determinado también mi compromiso en la práctica, al permitirme intervenir de forma razonada en discusiones sobre asuntos de interés general sin perder nunca de vista los grandes contextos”, señala.
Küng fundamenta en esta visión de conjunto y al mismo tiempo personal, según sus propias palabras, “una triple esperanza: en la unidad de las Iglesias, en la paz entre las religiones y en la comunidad de naciones”.
Al hablar de la unidad de las iglesias, el teólogo dice, tras reconocerse como un miembro fiel de la Iglesia: “creo en Dios y su Cristo, pero no creo ‘en’ la Iglesia. Rechazo toda equiparación de la Iglesia con Dios, todo infatuado triunfalismo y todo egoísta confesionalismo, permanezco abierto a la entera comunidad cristiana de fe, a todas las iglesias”.
Recuerda su compromiso, a lo largo de su vida, con la renovación de la Iglesia y la teología católicas, así como en el entendimiento entre las Iglesias cristianas y reconoce, al respecto, que ha sido testigo “de algunos éxitos”, sobre todo bajo Juan XXIII y durante el Concilio Vaticano II.
Pero, añade, “también he tenido que encajar reveses, en especial bajo los papas postconciliares: ellos y su aparato curial de poder traicionaron el concilio reformista y pusieron de nuevo en pie, a fin de bloquear cualquier reforma, el sistema romano, antirreformado y antimoderno propio de la Edad Media, con un colegio episcopal por entero domesticado”.
Mi esperanza, afirma, “no se dirige a una homogénea Iglesia unitaria; los perfiles confesionales, regionales, incluso nacionales, de las diversas iglesias cristianas no deben fundirse en uno sólo”.
“Mi esperanza apunta a una unidad ecuménica entre las Iglesias cristianas en una heterogeneidad reconciliada… Es una visión realista, cuya realización en la base de las Iglesias comenzó hace ya tiempo”.




Hans Küng: "Las estrategias económicas deben ser vinculadas al juicio ético"

En su nuevo libro, 'Lo que yo creo', el teólogo rechaza toda equiparación de la Iglesia con Dios


Madrid. (EFE).- El teólogo Hans Küng considera que las estrategias económicas y el juicio ético deben ser vinculados entre sí para evitar, como ha ocurrido con el modelo neocapitalista actual al que responsabiliza de la actual crisis económica, sus antisociales consecuencias.
En su nuevo libro, 'Lo que yo creo', Küng reitera su convicción de que la nueva arquitectura de las finanzas debe estar respaldada por un ordenamiento marco de carácter ético, porque -afirma- la codicia y la altanería humanas "sólo pueden ser refrenadas con unas cuantas normas éticas básicas" como las que se han ido configurando desde la hominización del ser humano".
Publicado por Trotta, 'Lo que yo creo' -que llega estos días a las librerías españolas- quiere ser una síntesis, en clave espiritual, de toda su trayectoria "como pensador y del camino personal" que ha recorrido en su vida, afirma el autor en un blog puesto en marcha por la editorial y que inaugura el propio Küng con una referencia sobre su nuevo libro.
Esta síntesis, añade el teólogo, se despliega a lo largo del libro en tres líneas de fuerza que articulan su contenido: primera la del "decurso biológico que va del nacimiento a la muerte, desde los primeros pasos en la vida hasta la visión del final y la conciencia de la cierta -aunque incierta en cuanto a su hora- muerte del individuo".
Segunda, "la línea del decurso biográfico, la narración de los hechos y las vivencias de la propia vida, que he relatado pormenorizadamente en los dos volúmenes de mis memorias publicados hasta ahora, y que son la materia a partir de la cual se hacen las 'meditaciones' que contiene este libro".
Y, en tercer lugar, "el curso filosófico y teológico de las ideas, el estudio y la reflexión, a veces sobre materias muy especializadas, que han conformado mi trayectoria intelectual y que han determinado también mi compromiso en la práctica, al permitirme intervenir de forma razonada en discusiones sobre asuntos de interés general sin perder nunca de vista los grandes contextos", señala.

Küng fundamenta en esta visión de conjunto y al mismo tiempo personal, según sus propias palabras, "una triple esperanza: en la unidad de las Iglesias, en la paz entre las religiones y en la comunidad de naciones".
Al hablar de la unidad de las iglesias, el teólogo dice, tras reconocerse como un miembro fiel de la Iglesia: "creo en Dios y su Cristo, pero no creo 'en' la Iglesia. Rechazo toda equiparación de la Iglesia con Dios, todo infatuado triunfalismo y todo egoísta confesionalismo, permanezco abierto a la entera comunidad cristiana de fe, a todas las iglesias".
Recuerda su compromiso, a lo largo de su vida, con la renovación de la Iglesia y la teología católicas, así como en el entendimiento entre las Iglesias cristianas y reconoce, al respecto, que ha sido testigo "de algunos éxitos", sobre todo bajo Juan XXIII y durante el Concilio Vaticano II.
Pero, añade, "también he tenido que encajar reveses, en especial bajo los papas postconciliares: ellos y su aparato curial de poder traicionaron el concilio reformista y pusieron de nuevo en pie, a fin de bloquear cualquier reforma, el sistema romano, antirreformado y antimoderno propio de la Edad Media, con un colegio episcopal por entero domesticado".
Mi esperanza, afirma, "no se dirige a una homogénea Iglesia unitaria; los perfiles confesionales, regionales, incluso nacionales, de las diversas iglesias cristianas no deben fundirse en uno sólo".
"Mi esperanza apunta a una unidad ecuménica entre las Iglesias cristianas en una heterogeneidad reconciliada... Es una visión realista, cuya realización en la base de las Iglesias comenzó hace ya tiempo".
Y sitúa esa visión de esperanza "no en un mundo eclesial paradisiaco", sino de Iglesias "que vuelvan a guiarse en mayor medida por el Evangelio y estén abiertas a las necesidades de sus contemporáneos".

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