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Padre Zé

Tiradentes y José Comblin “o padre Zé”

Padre SJ José Comblin

 

En Pará, Brasil fue sepultado el padre Joseph Comblin. En medio de las tormentas cuyos rayos y relámpagos alcanzan los cimientos milenarios de la Iglesia Católica, al “padre Zé” se le ocurre partir. Y esto de que se le “ocurre” no es una blasfemia sino la íntima convicción que el espíritu nos lleva más allá de estas dimensiones cuando él quiere y no cuando la razón lo indica.

Vuelvo de una sesión de clases en la Universidad y justamente allí pude bromear con mi compinche: “¡muy buena tu clase!” le dije al Tiradentes, cuyo apodo se lo impuse años atrás cuando sus encendidos escritos circulaban entre el cucarachero político chileno.

Tiradentes tiene un gran peso específico en mi vida brasileña. Eso, porque tengo varias vidas paralelas y distintas nacionalidades, todas ellas centradas en estas Américas de las cuales me quedan poco lugares por conocer y mucho por admirar.

Joaquín José da Silva Xavier, o Tiradentes, fue un leonino como yo, nacido en Minas Gerais, en 1746  y murió en Río de Janeiro el 21 de abril de 1792. Fue un odontólogo, militar, minero, precursor de la Independencia brasileña y supuestamente, el único responsable de la Conspiración Minera, alimentada con unas extrañas y deprimentes Cartas Chilenas que hablan de un “reyno” gobernado por un gaznápiro.

Lo anterior me valía para adjudicarle a mi “pana”, amigo, confidente, cómplice, el apodo de Tiradentes. Reconozco que se deprime un poco cuando le digo que los restos del héroe minero fueron esparcidos – a groso modo – entre Río de Janeiro y Sao Paulo. Pero es una depresión tan leve que jamás le quita el entusiasmo por escribir sus injundios y sustentar con vehemencia sus decires preclaros y bien fundamentados.

Repito, volvía de esos conciertos al espíritu y a la razón que son los cursos de Tiradentes – aunque creo que suenan a una sinfonía demasiado exquisita a los palurdos oídos de los juveniles oyentes – cuando encuentro un texto enviado desde Brasil y que relata los últimos días del sacerdote belga en el estado de Pará.

Desde Barra, Mónica María Muggler escribe a sus miles de seguidores en varios puntos del planeta que aquel domingo, Comblin  se levantó en la  mañana del día 27, se afeitó, se bañó, se vistió, se tomó el remedio, se colocó el reloj y, en este día, un abrigo… Diariamente el mismo ritual. Hospedado en un departamento en la sacristía de la capilla del Rincón de la Transfiguración, – (comunidad querida de apoyo en Salvador, donde vive Gisa y una comunidad de laicas consagradas ) – abrió las dos puertas cerradas con llave de paso para la capilla y  el jardín. Luego retornó… ¿Sería un malestar?

Quien lo vio, del otro lado del jardín, luego fue a verlo con un paraguas, pues lloviznaba finamente.  Llamó… otra vez… silencio. Se adentró hasta el cuarto y ahí estaba nuestro amigo sentado en la cama inerte. Su cardiólogo vino a constatar: fibrilación auricular (que provocó una embolia cerebral), muerte instantánea.

Más allá de la gracia de una muerte rápida, quería también morir en actividad… así quedó, sentado… y quería morir en casa…  – partió de ese rincón tan acogedor.

Hace muchos años, oí por casualidad la versión chilena de un extraño sacerdote belga afincado algunos meses por año en Talca, donde se encerraba a escribir varios tomos de lo que llamaba la Teología de la Liberación, Para muchos, se trataba simplemente de otro cura más que había caído en el delirio de intentar inclinar a la Iglesia hacia la defensa de los pobres y – como era corriente en esos años – sólo podría ser marxista.

Pasaron otros tantos años hasta que, de paso por Chile, me invitan a una reunión en un departamento del entonces conspicuo Providencia. Allí éramos una veintena de oyentes que queríamos oír de los labios de aquel septuagenario sacerdote, sonriente y rubicundo, los caminos potenciales de aquella milenaria organización afincada en el Vaticano.

Cada uno hizo sus preguntas y finalmente encontré el momento para hacer la mía:

-       Padre, ¿es verdad que usted denomina a su obra Teología de la Liberación en contraposición a lo que se podía llamar en aquellos años, la teología de la revolución?

Sonrió con picardía y entabló un diálogo que a ambos nos marginó temporalmente del auditorio hasta que me puse impaciente:

-       Respóndame… llevo muchos años elaborando una bandera que creo, es suya… ¿Es verdad que usted no cree en revoluciones del siglo XX y que la última fue la Revolución Francesa?

Ahí, Comblain no aguantó la carcajada mientras yo expectante, aguardaba la frase clave (tenía que decirla sino, había fundamentado mi vida en una ilusión intelectual)

Tuve que ir directo al grano y le recordé: “¿acaso usted no dijo que revolución es aquello que amplía nuestros techos de libertad?”

Con un suspiro de alivio – creo que de ambas partes – concordamos alegremente y nos sentimos absolutamente cómplices, hasta en las reuniones siguientes, antes de regresar a su pobre Pará.

Cuando el asombro se convierte en ira y repulsión hacia algunos miembros de la curia alrededor del mundo, parece que basta como colofón de esta historia las palabras de Mónica María:

 

“Ud. Tuvo el don maravilloso de reunir en una gran familia a todos los que sueñan con una Iglesia más humana, más presente, más amante y fiel a Jesús, fiel a su Evangelio”.

 

 

 

Una carta sentida en homenaje al Padre Comblin:

 



Mis queridos amigos,

Mis queridas amigas

 

Desde el dia 27/3, yo me permiti ser María. María a los pies del maestro JESUS que me habló intensamente.

Habló a través de los misterios dolorosos y gloriosos vividos.

Habló a través de la presencia de tantos que vinieron de los cuatro rincones a celebrar la ressurrección de nuestro amigo José Comblin.

Habló a través del abrazo, del apretón de mano, de las lágrimas silenciosas, de la solidariedad entre todos los que nos sentimos hermanados en la orfandad.

Habló a través de los mensajes y testimonios tan diversos y genuinos retratando la grandiosidad de nuestro profeta.

Habló en fin a través de la vida tan completa de nuestro amigo que pude acompañar por tantos años.

 

El Maestro fue revelando los hechos, como lo había hecho pacientemente con los discípulos en el camino de Emaús, hasta que reconocieran al Ressuscitado! De ahí voy sacando las fuerzas para proseguir en el camino de Jesús.

 

Es con el corazón repleto de GRATITUD que hago estas líneas. Gratitud por nuestro querido José Comblin - el padre Zé - por todo lo que él fue y significa para nosotros.

 

Gratitud también por cada uno, por todos ustedes que tan cariñosamente se expresaron de muchas formas, de todos los rincones, presentes en las más diversas fases de nuestras historias. Tantos mensajes tan bellos, tan lindos, que se derramaron del corazón. Rayos de Luz para suavizar la noche y para apuntar el rumbo, como la estrella de Belén. Ciertamente él quiere hacer nos ver el camino. Por eso envía su luz!

 

Él partió para a su Gran Viaje, como él acostumbraba a decir. Tres dias antes comentaba conmigo: - Creo que Dios se olvidó de mí... por la primera vez sentí que deseaba partir. Le pregunté, a lo que él respondió: no me siento más de este mundo. En los últimos dias tenía prisa para hacer todo, organizar, responder. Pero el libro... el libro era el gran desafio. Deseaba hacer lo mejor. Trabajó intensamente en la 4ª versión en enero. Ya iba adelantado, cuando el computador escondió y no devolvió más sus escritos. Al principio él se conformó, dijo que era para poder recomenzar mejor... Mas un mes después, el esfuerzo lo desafiaba, se notaba. Su más bella obra quedó inacabada. Será, sí, publicada en el momento oportuno.

 

Él se preparó cuidadosamente para el Gran Viaje. Todos se recordan cuando optó por la diócesis de Barra, tierra de desafíos, sertão (lugar muy alejado de la costa y de los terrenos cultivados) remoto y olvidado, iglesia de los pobres, de los pequeños, de los sin voz, sin oportunidades, sin nada... mas llenos de Dios! Él se justificaba: necesito convertirme, prepararme para el gran viaje. Acogido por el pastor, místico y profeta, que mucho admiró y amó , cada dia José se veía más feliz. "À la sombra de un santo como dom Cappio, yo sólo puedo estar muy bien!"

 

Nuestro amigo vivió su Pascua de modo sereno y rápido como había pedido a Dios.

 

Todos queríamos tanto que él se quedara un poquito más... sólo un poquito...

 

Se levantó en la mañana del dia 27, se afeitó, se bañó, se vistió, se tomó el remedio, se colocó el reloj y, en este dia, un abrigo... Diariamente el mismo ritual. Hospedado en un departamento en la sacristia de la capilla del Rincón de la Transfiguración, - (comunidade querida de apoyo en Salvador, donde vive Gisa y una comunidad de laicas consagradas ) – abrió las dos puertas cerradas con llave de paso para la capilla y el jardín. Luego retornó... Seria un malestar? Quien lo vio, del otro lado del jardín, luego vino con un paraguas, pues lloviznaba finamente. Llamó... otra vez... silencio. Se adentró hasta el cuarto y ahí estaba nuestro amigo sentado en la cama inerte. Su cardiologista vino a constatar: fibrilación auricular (que provocó una embolia cerebral), muerte instantánea. Más allá de la gracia de una muerte rápida, quería también morir en actividad... así quedó, sentado... y quería morir en casa... - partió de ese rincón tan acogedor.

 

No hubo ni tiempo, amigo, para colocar la música que pediste para esta hora definitiva: o coro final de la Pasión según Mateo, de J.S. Bach.

 

El Padre amorosamente lo ACOGIO... oyendo sus deseos. Era domingo, el dia del Señor. El Señor vino, y en el jardín de la vida, cogió la flor más delicada. Nosotros, tomados por sorpresa... no tuvimos prisa, necesitábamos contemplar el mistério que en su elocuencia sólo nos pedia silencio profundo y obediencia. En la hora del crepúsculo Fray Luiz Cáppio nos convidó a celebrar la Eucaristía en la intimidad del cuerpo presente. Él todavía en el estado natural, tan sereno, irradiaba tanta paz y hasta incluso una sonrisa velada en los labios. Parecia oír nuestros testimonios y los cantos de las comunidades.

 

El lunes hicimos el último viaje por tierra – en automóvil como a él tanto le gustaba viajar. Salimos de Salvador rumbo al Santuario de Santa Fé, en el municipio de Solanea, Paraíba, Era ahí que él deseaba fecundar la tierra, junto al modelo de misionero que él tanto difundió, el P. Ibiapina. Él decía: no quiero quedar abandonado, ahí hay siempre gente visitando al padre Ibiapina, así también aprovecharé del movimiento...

 

Movimiento fue toda su vida, incansable.

 

Llegamos en la madrugada del martes: noche oscura, cielo estrellado. En breve la aurora se anunciaría y el dia llegaría. Qué lindo dia! Cuántos reencuentros! El Santuario se preparó para recibirlo. Alimentó y hospedó a tantos peregrinos que vinieron de todas partes para el último adiós. Gracias padre José Floren, gracias Hna. Leticia - cuánta dedicación. También sus hijos e hijas más próximos que llegaron antes para preparar las ceremonias. Ciertamente él se regocijaba de ver a su inmensa familia reuniéndose...

 

Los funerales comenzaron con la lectura de mensajes - durante una hora entera... y no fue suficiente. A las 15.00 la celebración eucarística, presidida por el obispo de Guarabira, Dom Lucena, otros cinco obispos, cerca de 60 padres. Cuando la noche ya nos envolvía, los funerales. Bien al lado del padre maestro Ibiapina.

 

Sí, Ud ya nos contemplaba desde la morada eterna.

 

Vea, José, la multitud de hijos e hijas!. Cuántos acudieron a Sante Fe de todos los lugares, hasta de fuera del Brasil! Obispos, sacerdotes, religiosas, pero, sobre todo el pueblo de los pobres, tantos misioneros y misioneras, los pequeñitos, los preferidos de Jesús -estos mismos que Ud. amó de modo tan tierno.

 

Cuántos se hermanaron en esa hora de todas partes del mundo: de la América Latina amada, de su tierra de origen Bélgica, de los vecinos países europeos, de la América del Norte, hasta de Jerusalén ...Probablemente, de Japón, de las Filipinas y tantos lugares donde sus escritos también llegaron...

 

 

Ud. Tuvo el don maravilloso de REUNIR en una gran familia a todos los que sueñan con una Iglesia más humana, más presente, más amante y fiel a Jesús, fiel a su Evangelio. Como a Ud. le gustaba enseñar, mostrar, develar horizontes ...apuntar al Camino de Jesús. Su aguda mirada penetraba la realidad y nos despertaba del adormecimiento, de la ceguera y de la inercia. Gracias, padre Zé.

 

Sufrimos, sí y mucho! Somos de carne y hueso todavía, y su presencia física, con sus manifestaciones: la sonrisa, la ternura, el abrazo, sus manos tan tiernas y servidoras, su mirada tan trasparente y verdadera, la suavidad y la claridad...y sobre todo, sus palabras -sabias, sinceras, penetrantes, contundentes- nos faltan inmensamente, amigo! Cuánto privilegio tuvimos ! Cultivaremos sí su memoria, no para guardar, sino para repartir.

 

Su ¨PRESENCIA perdura a través de sus gestos que marcaron tantos corazones. Su voz sigue dando eco a través de sus escritos! Sus ejemplos del cotidiano son películas permanentes en la memoria del corazón.

 

Con Ud aprendimos que tener Fe en Jesús no es rendirle un culto. Tener fe en Jesús es entrar en su Camino y perseverar! Aprendemos la lección del amor –única realidad humana que nunca desaparece! Dirigida sobre todo a los pequeñitos y olvidados de la sociedad. El don del Espíritu es el don de AMAR! Ud. lo escribió.

 

* * * *

 

Volví para la diocésis de Barra –nuestra casa- que nos acogió con tanta alegría hace casi dos años. Aquí fui llamada a trillar el camino de Jesús. Quien coloca la mano en el arado y mira para atrás no es digno de mí.

 

Llegué a la Misa del 7° día, celebrada en la Catedral. Una Eucaristía fervorosa y participada, una homilía tan expresiva sobre su vida y presencia, en el ofertorio los símbolos de su sacerdocio y de su misión, al final los mensajes sencillos.

 

Poco a poco voy retomando a la vida como Marta. Ciertamente no faltarán los momentos de ser María. Santa Fé del padre Ibiapina será local de peregrinación. Organizar su legado, su memoria será uno de nuestros trabajos. Dedicarme a las Escuelas Misioneras, principalmente a la más joven en la diócesis de Barra. Contribuir a la animación misionera en el llano Nordestino, vivir entre los pobres y los pequeñitos ... Será la misión!

 

 

GRACIAS hermana mía, GRACIAS hermano mío!

Sigamos hermanados y APRENDICES del Camino de Jesús inspirados por nuestro amigo para siempre José Comblin!

 

Barra, 05 de abril de 2011

M

 

ónica María Muggler

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