Blogia
altermediamundo

Leonardo Boff

Nueva Sociedad O Catástrofe Ecosocial

¿Una nueva sociedad o un tsunami social y ecológico? 

 

https://altermediamundo.blogia.com/upload/externo-a7654c5e2412a8cad1a0a30207a3a051.jpg

Leonardo Boff

 

En mi último artículo lancé la idea, sustentada por minorías, de que estamos ante una crisis sistémica y terminal del capitalismo, y no es una crisis cíclica. Dicho en otras palabras: las condiciones para su reproducción han sido destrozadas, sea porque los bienes y servicios que puede ofrecer han llegado al límite por la devastación de la naturaleza, sea por la desorganización radical de las relaciones sociales, dominadas por una economía de mercado en la que predomina el capital financiero. La tendencia dominante es pensar que se puede salir de la crisis, volviendo a lo que había antes, con pequeñas correcciones, garantizando el crecimiento, recuperando empleo y asegurando ganancias. Por lo tanto, los negocios continuarán as usual.

 

Las mil millonarias intervenciones de los Estados industriales salvaron los bancos y evitaron el derrumbe del sistema, pero no han transformado el sistema económico. Peor aún, las inyecciones estatales facilitaron el triunfo de la economía especulativa sobre la economía real. La primera es considerada el principal desencadenador de la crisis, al estar comandada por verdaderos ladrones que ponen su enriquecimiento por encima del destino de los pueblos, como se ha visto ahora en Grecia. La lógica del enriquecimiento máximo está corrompiendo a los individuos, destruyendo las relaciones sociales y castigando a los pobres, acusados de dificultar la implantación del capital. Se mantiene la bomba con su espoleta. El problema es que cualquiera podría encender la espoleta. Muchos analistas se preguntan con miedo: ¿el orden mundial sobreviviría a otra crisis como la que hemos tenido?

 

https://altermediamundo.blogia.com/upload/externo-7cb16556dd647dde336857dff139ea2e.jpg


El sociólogo francés Alain Touraine asegura en su reciente libro Después de la crisis (Paidós 2011): la crisis o acelera la formación de una nueva sociedad o se vuelve un tsunami, que podrá arrasar todo lo que encuentre a su paso, poniendo en peligro mortal nuestra propia existencia en el planeta Tierra (p. 49.115). Razón de más para sostener la tesis de que estamos ante una situación terminal de este tipo de capital. Se impone con urgencia pensar en valores y principios que puedan fundar un nuevo modo de habitar la Tierra, organizar la producción y la distribución de los bienes, no sólo para nosotros (hay que superar el antropocentrismo) sino para toda la comunidad de vida. Este fue el objetivo al elaborar la Carta de la Tierra, animada por M. Gorbachev que, como ex-jefe de Estado de la Unión Soviética, conocía los instrumentos letales disponibles para destruir hasta la última vida humana, como afirmó en varias reuniones.

 

Aprobada por la UNESCO en 2003, la Carta de la Tierra contiene efectivamente «principios y valores para un modo de vida sostenible, como criterio común para individuos, organizaciones, empresas y gobiernos». Urge estudiarla y dejarse inspirar por ella, sobre todo ahora, en la preparación de la Río+20.

Nadie puede prever lo que vendrá después de la crisis. Solo se presentan insinuaciones. Todavía estamos en la fase de diagnóstico de sus causas profundas. Lamentablemente son sobre todo los economistas quienes hacen los análisis de la crisis y menos los sociólogos, antropólogos, filósofos y estudiosos de las culturas. Lo que va quedando claro es lo siguiente: ha habido una triple separación: el capital financiero se desenganchó de la economía real; la economía en su conjunto, de la sociedad; y la sociedad en general, de la naturaleza. Y esta separación ha creado tal polvareda que ya no vemos los caminos a seguir.

 

https://altermediamundo.blogia.com/upload/externo-0d0d52ddc6ee9f32da90e49d8e21ef72.jpg

 

Los “indignados” que llenan las plazas de algunos países europeos y del mundo árabe, están poniendo el sistema en jaque. Es un sistema malo para la mayoría de la humanidad. Hasta ahora eran víctimas silenciosas, pero ahora gritan fuerte. No sólo buscan empleo, reclaman principalmente derechos humanos fundamentales. Quieren ser sujetos, es decir, actores de otro tipo de sociedad en la que la economía esté al servicio de la política y la política al servicio del bien vivir, de las personas entre sí y con la naturaleza. Seguramente no basta querer. Se impone una articulación mundial, la creación de organismos que hagan viable otro modo de convivir, y una representación política ligada a los anhelos generales y no a los intereses del mercado. Hay que reconstruir la vida social.

 

Por mi parte veo indicios en muchas partes del surgimiento de una sociedad mundial ecocentrada y biocentrada. Su eje será el sistema-vida, el sistema-Tierra y la Humanidad. Todo debe centrarse en esto. De no ser así, difícilmente evitaremos un posible tsunami ecológico-social.

 

https://altermediamundo.blogia.com/upload/externo-718c3f05e8c8e224a8b987cc062b238d.jpg

Ciegos de Tanto Racionalismo

 

La Sociedad Mundial de la Ceguera

https://altermediamundo.blogia.com/upload/externo-34e9061c0e4900f4875fd03e544edfdc.jpg

Leonardo Boff

 

 

El poeta Affonso Romano de Sant’Ana y el premio Nobel de literatura, el portugués José Saramago hicieron de la ceguera tema para críticas severas a la sociedad actual, asentada sobre una visión reduccionista de la realidad. Mostraron que hay muchos videntes presumidos que son ciegos y unos pocos ciegos que son videntes.

Hoy se difunde pomposamente que vivimos en la sociedad del conocimiento, una especie de nueva era de las luces. Efectivamente así es. Conocemos cada vez más sobre cada vez menos. El conocimiento especializado ha colonizado todas las áreas del saber. El saber reunido en un año es mayor que todo el saber acumulado en los últimos 40 mil años. Si por una parte esto trae innegables beneficios, por otra, nos hace ignorantes de infinidad de dimensiones, colocándonos escamas sobre los ojos e impidiéndonos así ver la totalidad.

Lo que está en juego hoy es la totalidad del destino humano y el futuro de la biosfera. Objetivamente estamos pavimentando un camino que nos puede conducir al abismo. ¿Por qué este hecho brutal no está siendo visto por la mayoría de los especialistas, ni de los jefes de Estado, ni de los grandes medios de comunicación que pretenden proyectar los posibles escenarios del futuro? Simplemente porque en su mayoría, se encuentran enclaustrados en sus saberes específicos, dentro de los cuales son muy competentes, pero que, por eso mismo, se vuelven ciegos para los acuciantes problemas globales.

¿Cuáles de los grandes centros de análisis mundial de los años 60 previeron el cambio climático de los años 90? ¿Qué analistas económicos con premio Nobel antevieron la crisis económico-financiera que ha devastado los países más desarrollados en 2008? Todos eran eminentes especialistas en su campo limitado, pero idiotizados en las cuestiones fundamentales. Generalmente es así: sólo vemos lo que entendemos. Como los especialistas entienden apenas una mínima parte de lo que estudian, acaban viendo apenas esa mínima parte, quedando ciegos para el todo. Cambiar este tipo de saber cartesiano desmontaría hábitos científicos consagrados y toda una visión de mundo.

Es ilusoria la independencia de los territorios de la física, de la química, de la biología, de la mecánica cuántica y de cualquier otro. Todos los territorios y sus saberes son interdependientes, una función del todo. De esta percepción nació la ciencia del sistema Tierra. De ella se derivó la teoría Gaia que no es un tema de la New Age sino el resultado de una minuciosa observación científica. Ella ofrece la base para políticas globales de control del calentamiento de la Tierra que, para sobrevivir, tiende a reducir la biosfera e incluso el número de los organismos vivos, no excluidos los seres humanos.

Fue emblemática la COP-15 de Copenhague sobre el cambio climático. Como en nuestra cultura la mayoría es rehén del hábito de la atomización de los saberes, lo que predominó en los discursos de los jefes de estado fueron los intereses parciales: tasas de carbono, niveles de calentamiento, cotas de inversión y otros datos parciales. La cuestión central era otra: ¿qué destino queremos para la totalidad que es nuestra Casa Común? ¿Qué podemos hacer colectivamente para garantizar las condiciones necesarias para que Gaia siga siendo habitable por nosotros y por otros seres vivos?

Estos son problemas globales que trascienden nuestro paradigma de conocimiento especializado. La vida no cabe en una fórmula, ni el cuidado en una ecuación de cálculo. Para captar ese todo se necesita una lectura sistémica unida a la razón cordial y compasiva, pues esta razón es la que nos mueve a la acción.

Tenemos que desarrollar urgentemente la capacidad de sumar, de interactuar, de religar, de repensar, de rehacer lo que ha sido deshecho y de innovar. Este desafío se dirige a todos los especialistas para que se convenzan de que la parte sin el todo no es parte. De la articulación de todos estos pedazos de saber rediseñaremos el panel global de la realidad a ser comprendida, amada y cuidada. Esa totalidad es el contenido principal de la conciencia planetaria, ésta sí, la era de la luz mayor que nos libera de la ceguera que nos aflige.

Las Primeras Pruebas Para La Humanidad

Test para la humanidad

https://altermediamundo.blogia.com/upload/externo-c653b3f4cb15e1df42c4d805258e1237.gif

Nuestro País



El desastre que se abatió sobre Haití, arrasando Puerto Príncipe, matando a millares de personas y privando al pueblo de las estructuras mínimas para la supervivencia, es una prueba para la humanidad. Según los pronósticos de quienes siguen sistemáticamente el estado de la Tierra, no pasará mucho tiempo antes de que nos enfrentemos a varios Haitíes, con millones y millones de refugiados climáticos, provocados por eventos extremos que podrán ocasionar una verdadera devastación ecológica y destruir incontables vidas humanas.

En este contexto dos virtudes, ligadas a la esencia de lo humano, deben alcanzar especial relevancia: la hospitalidad y la solidaridad.

La hospitalidad, ya lo vio el filósofo Kant, es un derecho y un deber de todos, pues todos somos habitantes, o mejor, hijos e hijas de la misma Tierra. Tenemos derecho a circular por ella, a recibir y ofrecer hospitalidad ¿Estarán las naciones dispuestas a atender este derecho básico de aquellas multitudes que ya no puedan vivir en sus regiones supercalentadas, sin agua y sin cosechas? El instinto de supervivencia no respeta los límites de los estados-naciones. Los bárbaros de antaño derribaron imperios y los nuevos «bárbaros» de hoy no harán otra cosa, en caso de que no sean exterminados por los que usurparon la Tierra para sí. Paro aquí porque los escenarios probables y no imposibles son dantescos.

La segunda virtud es la solidaridad. Ella es inherente a la esencia social del ser humano. Ya los clásicos del estudio de la solidaridad como Renouvier, Durkheim, Bourgeois y Sorel enfatizaron el hecho de que una sociedad no existe sin la solidaridad de unos hacia otros. Supone una conciencia colectiva y el sentimiento de pertenencia de todos. Todos aceptan de una manera natural vivir juntos para realizar juntos la política, que es la búsqueda conjunta del bien común.

Debemos someter a crítica el concepto de la modernidad que parte de la absoluta autonomía del sujeto en la soledad de su libertad. Se dice: cada uno debe hacer lo suyo sin necesidad de los otros. Para que los seres humanos así solitarios puedan vivir juntos necesitan de hecho un contrato social, como el elaborado por Rousseau, Locke y Kant. Pero ese individualismo es falso e ilusorio. Hay que reconocer el hecho real e irrenunciable de que el ser humano es siempre un ser de relación, un-ser-con-los-otros, entretejido siempre en una urdimbre de todo tipo de conexiones. Nunca está solo. El contrato social no funda la sociedad, sólo la ordena jurídicamente.

Además, la solidaridad posee un trasfondo cosmológico. Todos los seres, desde los topquarks pero especialmente los organismos vivos, son seres de relación y nadie vive fuera de la red de inter-retro-conexiones. Por eso, todos los seres son solidarios recíprocamente. Cada uno ayuda al otro a sobrevivir —es el sentido de la biodiversidad— y no necesariamente son víctimas de la selección natural. A nivel humano, en vez de la selección natural, por causa de la solidaridad, introducimos el cuidado, especialmente para con los más vulnerables. Así no sucumben a los intereses excluyentes de grupos o de un tipo de cultura feroz que coloca la ambición por encima de la vida y de la dignidad.

Hemos llegado a un punto de la historia en el cual todos nos descubrimos entrelazados en una única geosociedad. Sin la solidaridad de todos con todos y también con la Madre Tierra no habrá futuro para nadie. Las desgracias de un pueblo son nuestras desgracias, sus lágrimas son nuestras lágrimas, sus avances, nuestros avances. Sus sueños son nuestros sueños.

Bien decía el Che Guevara: «La solidaridad es la ternura de los pueblos». Es la ternura que tenemos que dar a nuestros sufrientes hermanos y hermanas de Haití.

Fuente: http://www.elpais.cr/articulos.php?id=19661

La Única Alternativa Ante el Apocalipsis Que Vivimos

«Si no os convertís, todos pereceréis» 

 

https://altermediamundo.blogia.com/upload/externo-84dab013ee8228e9bc9f351ec2368d87.jpg

Leonardo Boff

 

 

  Dice Jesús en los evangelios: «Si no os convertís, todos pereceréis». Dicho de otro modo: «Si no cambiáis de modo de ver y de actuar, todos pereceréis». Nunca estas palabras me parecieron tan verdaderas como cuando presencié la Crónica de Copenhague, un documental de la TV francesa, emitido a través de un canal de pago en Brasil y, supongo, que en todo el mundo. En la COP-15 celebrada en Copenhague en diciembre pasado, se reunieron los representantes de las 192 naciones para decidir la reducción de las tasas de los gases de efecto invernadero, productores del calentamiento planetario.

Todos fueron allí con el deseo de hacer algo. Pero las negociaciones, después de una semana de debates intensísimos, llegaron a un punto muerto y no se decidió nada. ¿Cuáles fueron las causas de este impasse que provocó decepción y rabia en el mundo entero?

En primer lugar, creo que no había suficiente conciencia colectiva de las amenazas que pesan sobre el sistema-Tierra y sobre el destino de la vida. Era como si los negociadores hubiesen sido informados de que un Titanic se estaba hundiendo sin darse cuenta de que esa era la nave en el cual ellos estaban, la Tierra.

En segundo lugar, no se tenía claro que el objetivo principal era: impedir que el termómetro de la Tierra suba más de dos grados centígrados, porque entonces conoceremos la tribulación de la desolación climática. Para evitar tal tragedia urge reducir la emisión de gases de efecto invernadero, con estrategias de adaptación, mitigación, concesión de tecnologías a los países más vulnerables y financiación abundante para estimular tales medidas. La preocupación ahora no es garantizar la continuidad del statu quo sino dar centralidad al sistema Tierra, a la vida en general y a la vida humana en particular.

En tercer lugar, faltó una visión colectiva. Muchos negociadores dijeron claramente: estamos aquí para representar los intereses de nuestro país. Error. Lo que está en juego son los intereses colectivos y planetarios y no los de cada país. Eso de defender los intereses del país es propio de los negociadores de la Organización Mundial de Comercio, que se rigen por la competencia y no por la cooperación. Cuando predomina la mentalidad de los negocios la lógica que funciona, denunciada por muchos bien intencionados en Copenhague, es la siguiente: no hay confianza pues todos desconfían de todos, todos están a la defensiva, no ponen las cartas sobre la mesa por miedo a la crítica y al rechazo, todos se reservan el derecho de decidir sólo en el último momento como en un juego de póquer. De los grandes jugadores, China observaba, Estados Unidos callaba, la Unión europea quedó aislada, y los africanos, las grandes víctimas, ni siquiera fueron tomados en consideración. Brasil mostró coraje al final con las palabras de denuncia del Presidente Lula.

Por último, el fracaso de Copenhague —bien lo dijo Lord Stern allí presente— se debió a la falta de voluntad para vivir juntos y pensar colectivamente. Tales cosas son herejías para el espíritu capitalista enfundado en su individualismo. Éste no está en absoluto interesado en que vivamos juntos, pues la sociedad para él no pasa de un conjunto de individuos disputando furiosamente la mayor tajada del pastel llamado Tierra.

Jesús tenía razón: si no nos convertimos, es decir, si no cambiamos este tipo de pensamiento y de práctica hacia una línea de cooperación universal, jamás llegaremos a un consenso salvador. E iremos al encuentro de los dos grados Celsius de calentamiento, con sus dramáticas consecuencias.

La valiente negociadora francesa Laurence Tubiana al hacer el balance final dijo resignadamente: «los peces grandes siempre se comen a los pequeños y los cínicos siempre ganan la partida, pues ésa es la lógica de la historia». No podemos aceptar ese derrotismo. El ser humano es resiliente, o sea, puede aprender de sus errores y, en la urgencia, puede cambiar. Me quedo con el paciente jefe de los negociadores, Michael Cutajar, que al final de un fracaso dijo: «mañana lo haremos mejor».

Esta vez la única alternativa salvadora es pensar juntos, actuar juntos, soñar juntos y cultivar la esperanza juntos, confiando en que la solidaridad sea lo que fue en el pasado: la fuerza secreta de nuestra mejor humanidad.

 

 

El legado profético de Zilda Arns  

 

https://altermediamundo.blogia.com/upload/externo-a011438939804c3000b597ee7f4f10ad.jpg

La inolvidable Zilda Arns, la Ángel de las niñas y los niños oprimidos y condenados.

 

Se han hecho ya todos los elogios debidos a la médica brasilera, Zilda Arns —hermana del Cardenal de los derechos humanos, Paulo Evaristo Arns—, que sucumbió bajo las ruinas del terremoto de Haití. Tal vez la opinión pública mundial no se haya dado cuenta de la importancia de esta mujer que en 2006 fue propuesta como candidata al premio Nóbel de la Paz. Y bien que lo merecía, pues dedicó toda su vida a velar por la salud de las personas más vulnerables. Durante 25 años coordinó la Pastoral del Niño acompañando a más de un millón ochocientos mil menores de cinco años y a más de un millón cuatrocientas mil familias pobres. Con medios simples, como el suero casero, la alimentación a base de un preparado de nutrientes y otros recursos mínimos, salvó a millares de niños que antes fatalmente morían. A partir de 2004 inició la Pastoral de la Persona Mayor que llega a cien mil personas de edad avanzada.

Sería largo contar su extraordinario trabajo, difundido ya en más de 20 países pobres del mundo. Lo que pretendo es enfatizar los valores del capital espiritual que sustentaron su práctica. En esto iba en contra del sistema dominante y sirve de inspiración para el momento actual.

Hay una convicción creciente de que no saldremos de la crisis de civilización actual si continuamos con los mismos hábitos y los mismos valores consumistas e individualistas que tenemos. La dra. Zilda mostró cómo puede ser diferente y mejor.

Ella honró el cristianismo, viviendo una mística de amor a la humanidad que sufre, de esperanza en que siempre se puede hacer alguna cosa para salvar vidas, de fe en la fuerza de los débiles que se organizan y en prestar oídos a todos, hasta a los niños que no hablan todavía.

Tenía clara conciencia de que la solución viene de abajo, de la sociedad, sin que con eso se dispense al Estado de su deber. Los problemas sociales se resuelven a partir de la sociedad. Para eso suscitó la sensibilidad humanitaria que se esconde en cada persona e inauguró la política de la buena voluntad. Más de 250 mil personas voluntarias, sin retribución económica alguna, asumieron los trabajos junto a ella.

Copiada de la práctica de Jesús, una idea-generadora movía su acción: multiplicar. No sólo panes y peces como hizo Él, sino, en las condiciones de hoy, multiplicar el saber, la solidaridad y los esfuerzos.

Multiplicar el saber implica trasmitir a las personas sencillas los rudimentos de higiene, el cuidado con el agua, la toma periódica del peso del niño y la alimentación adecuada. Este saber refuerza la autoestima de las personas y confiere autonomía a la sociedad civil.

Multiplicar la solidaridad que, para ser universal, debe partir de los últimos, buscando llegar a las personas que viven en los rincones donde nadie va, tratando de salvar al niño más desnutrido y casi agonizante. Esta solidaridad es la que más escasea en el mundo actual.

Multiplicar esfuerzos, implicando a las políticas públicas, las ONG, los grupos de base, las empresas en su responsabilidad social, en fin, todos los que ponen la vida y el amor por encima del lucro y el provecho. Pero sobre todo multiplicar la buena voluntad generosa.

Estos son los contenidos del capital espiritual que deben estar en la base de la nueva sociedad mundial que hay que gestar. El siglo XXI será el siglo del cuidado de la vida y de la Tierra o será el siglo de nuestra autodestrucción. Hasta ahora hemos globalizado la economía y las comunicaciones. Tenemos que globalizar la conciencia planetaria y multiplicar el saber útil a la vida, la solidaridad universal, los esfuerzos para construir lo que todavía no ha sido ensayado. Amor y solidaridad no entran en las estadísticas ni en los cálculos económicos, pero es lo más buscado y lo que nos puede salvar.

La médica Zilda Arns seguramente sin saberlo, pero proféticamente, nos mostró en miniatura que este mundo no sólo es posible, sino que ya ahora es realizable.

Camino al Apocalipsis


Rumbo al desastre 
Leonardo Boff

 

https://altermediamundo.blogia.com/upload/externo-6cff4b33ae9770e6cd95bb973c774bbf.jpg

 


  No me vienen otras palabras al asistir al melancólico desenlace de la COP-15sobre el cambio climático en Copenhague. La humanidad ha penetrado en una zona de tiniebla y de horror. Estamos yendo hacia el desastre. Años de preparación, diez días de discusión, la presencia de los principales líderes políticos del mundo... no fueron suficientes para despejar la tiniebla mediante un acuerdo consensuado de reducción de gases de efecto invernadero que impidiera llegar a los dos grados Celsius. Sobrepasado ese nivel y rozando los tres grados, el clima ya no será controlable, y quedaríamos entregados a la lógica del caos destructivo, amenazando la biodiversidad y diezmando millones y millones de personas.

El Presidente Lula, en su intervención en el día mismo de la clausura, el 18 de diciembre, fue el único que vino a decir la verdad: «Nos ha faltado inteligencia», porque los poderosos prefirieron negociar ventajas a salvar la vida de la Tierra y los seres humanos. Obama no aportó nada nuevo. Fue imperial, al imponer minuciosas condiciones a los pobres.

Dos lecciones se pueden sacar del fracaso de Copenhague: la primera es la conciencia colectiva de que el calentamiento es un hecho irreversible, del cual todos somos responsables, pero principalmente los países ricos. Y que ahora somos también responsables, cada uno en su medida, del control del calentamiento para que no sea catastrófico para la naturaleza y para la humanidad. La conciencia de la humanidad nunca más será la misma después de Copenhague. Si se dio esa conciencia colectiva, ¿por qué no se llegó a ningún consenso sobre las medidas de control de los cambios climáticos?

Aquí surge la segunda lección, que importa sacar de la COP-15 de Copenhague: el gran villano es el sistema del capital con su cultura consumista. Mientras mantengamos el sistema capitalista mundialmente articulado, será imposible un consenso que ponga en el centro la vida, la humanidad y la Tierra, y tomar medidas para salvarlas. Para el capitalismo la centralidad la tiene el lucro, la acumulación privada y el aumento de competitividad. Hace muco tiempo que distorsionó la naturaleza de la economía como la técnica y el arte que era de producción de los bienes necesarios para la vida. La transformó en una brutal técnica de creación de riqueza por sí misma, sin ninguna otra consideración. Esa riqueza ni siquiera es para ser disfrutada, sino para producir más riqueza, en una lógica obsesiva y sin freno.

Por eso es por lo que la ecología y el capitalismo se niegan mutuamente. o hay acuerdo posible. El discurso ecológico busca el equilibro de todos los factores, la sinergia con la naturaleza y el espíritu de cooperación. El capitalismo rompe con el equilibrio al sobreponerse a la naturaleza, establece una competición feroz entre todos y pretende sacar de la Tierra todo lo posible, hasta que ésta no pueda ya sostenerse. Si asume el discurso ecológico... es para hacer lucro con él.

Además, el capitalismo es incompatible con la vida. La vida pide cuidado y cooperación. El capitalismo sacrifica vidas, crea trabajadores que son verdaderos esclavos “pro témpore”, y adopta el trabajo infantil en varios países.

Los negociadores y los líderes políticos en Copenhague fueron rehenes de este sistema, que trafica, quiere obtener lucros, no duda en poner en riesgo el futuro de la vida. Su tendencia es auto-suicida. ¿Qué acuerdo podrá haber entre los lobos y los corderos, o sea, entre la naturaleza que clama pidiendo respeto y los que la devastan sin piedad?

Por eso, quien entiende la lógica del capital, no se sorprende con el fracaso de la COP-15 en Copenhague. EL único que levantó la voz, solitaria, como un «loco en una sociedad de «sabios», fue el Presidente Evo Morales, de Bolivia. «O superamos el capitalismo, o destruirá la Madre Tierra».

Nos guste o no nos guste, ésta es la pura verdad. Copenhague quitó la máscara del capitalismo, incapaz de conseguir consensos porque poco le importa la vida y la Tierra, sino las ventajas y los lucros materiales.

La Tierra No Aguanta Más

Servicio Informativo "Alai-amlatina"

Leonardo Boff ante la Conferencia sobre el Clima de Copenhague
La Tierra no aguanta más

Sergio Ferrari

ALAI AMLATINA, 09/11/2009.- La crisis ambiental irrumpe en primer plano mediático de cara a la Conferencia del Clima de Copenhague, Dinamarca, a realizarse el 13 de diciembre próximo. Las perspectivas no son optimistas por falta de un consenso previo para alcanzar un acuerdo definitivo. “A pesar de los pronósticos sombríos tengo confianza que la esperanza vencerá al miedo y que la vida es más fuerte que la muerte”, asegura el teólogo brasilero Leonardo Boff al iniciar esta entrevista exclusiva durante su reciente visita a Suiza. Boff, uno de los padres fundadores de la teología de la liberación recibió el 7 de noviembre el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Neuchâtel. Previamente, la misma semana, animó un debate público organizado por las ONG de cooperación solidaria E-CHANGER, y Misión de Belém Immensee en la Casa de Solidaridad Romero (RomeroHaus) en Lucerna donde participaron 200 personas.

P: Todo el mundo habla hoy de la problemática ecológica que vive el planeta. Usted fue uno de los primeros, ya en los años ochenta, en alertar sobre este tema. ¿Cuál es su análisis de la actual situación medioambiental?

Leonardo Boff: Hay muchos indicadores científicos que apuntan a la irrupción de una tragedia ecológica y humanitaria. Nada esencial ha cambiado desde la redacción de la Carta de la Tierra en 2003 que elaboramos un grupo de personalidades del mundo entero. Decíamos en ese maravilloso documento: “Estamos en un momento crítico de la Tierra en el cual la humanidad debe escoger su futuro. Y la elección es ésta: o se promueve una alianza global para cuidar a los otros y la Tierra o arriesgamos nuestra destrucción y la devastación de la diversidad de la vida”.

“Se consume más de lo que la tierra soporta”

P: Una afirmación tajante que no acepta términos medios ¿Cómo se sustenta?

Boff: En la confluencia actual de tres crisis estructurales. La crisis debido a la falta de sustentabilidad del planeta Tierra; la crisis social mundial; y la crisis del calentamiento creciente.

P: ¿Puede ejemplificar esa afirmación?

Boff: A nivel social, casi la mitad de la humanidad vive hoy por debajo del nivel de miseria. Las cifras son aterradoras. El 20% más rico consume el 82.49 % de todas la riqueza de la Tierra y el 20 % más pobre, se tiene que contentar con un minúsculo 1.6%.

En cuanto al calentamiento de la Tierra, la FAO (Organización de la ONU para la Alimentación) ha advertido que en los próximos años habrá entre 150 y 200 millones de refugiados climáticos. Las previsiones más dramáticas hablan de un aumento para 2035 de 4°C. Y se especula para final del siglo un aumento de 7°C. Si esto realmente se produce, ningún tipo de vida hoy conocido podrá sobrevivir. En cuanto a la crisis de sustentabilidad, doy un ejemplo ilustrativo: la humanidad está hoy consumiendo un 30% más de la capacidad de reposición. Es decir un 30% más de lo que la Tierra misma puede reponer.

P: Sin embargo esta tendencia consumista del planeta no es nueva...

Boff: No. Pero lo que es nuevo son los niveles acelerados de ese deterioro. Según estudios de todo crédito, en 1961 precisábamos de la mitad de la Tierra para dar respuesta a las demandas humanas. En 1981 se daba un empate, es decir ya necesitábamos a la Tierra entera. En 1995 sobrepasamos en un 10 % la capacidad de reposición, aunque todavía era soportable. En 2008, superamos el

30 %. La Tierra está dando señales inequívocas de que ya no aguanta más.

P: ¿Con perspectivas futuras todavía más preocupantes?

Boff: Si se mantiene el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial entre 2-3% por año, como está previsto, en 2050 necesitaríamos dos planetas Tierra para dar respuesta al consumo, lo que es imposible porque contamos con sólo una.

P: ¿Eso obliga a comenzar a pensar en otro paradigma de civilización?

Boff: En efecto. No podemos producir como lo venimos haciendo hasta ahora. El actual modelo de producción, el capitalista, parte del falso presupuesto que la tierra es como un gran baúl del cual se pueden sacar recursos indefinidamente para obtener beneficios con la mínima inversión posible en el tiempo más corto. Hoy queda claro que la Tierra es un planeta pequeño, viejo y limitado que no soporta una explotación ilimitada. Tenemos que dirigirnos hacia otra forma de producción y asumir hábitos de consumo distintos. Producir para responder a las necesidades humanas en armonía con la Tierra, respetando sus límites, con un sentido de igualdad y de solidaridad con las generaciones futuras. Eso es el nuevo paradigma de civilización.

COPENHAGUE: LA INFLUENCIA DEL PODER ECONÓMICO

P: Para volver al hoy y al aquí...En pocas semanas se realiza en Copenhague la Conferencia sobre el Clima. ¿Hay perspectivas de un acuerdo?

Boff: Hay una premisa clave. Debemos hacer todo lo posible para estabilizar el clima evitando que el calentamiento de la tierra sea mayor a 2 o 3 grados y que la vida pueda continuar. Comprendiendo que ya ese calentamiento implicaría una devastación de la biodiversidad y el holocausto de millones de personas, cuyos territorios no serán más habitables, especialmente en África y en el sudeste asiático. Me preocupa, en ese escenario, la irresponsabilidad de muchos Gobiernos, especialmente de los países ricos, que no quieren establecer metas consistentes para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y salvar el clima. ¡Una verdadera ecomiopía!

P: ¿Eso proviene de una falta de voluntad política para llegar a acuerdos?

Boff: Sobre todo de un conflicto de intereses. Las grandes empresas, por ejemplo las petroleras, no quieren cambiar porque perderían sus enormes ganancias actuales. Hay que entender la interdependencia del poder político y el económico. El gran poder es el económico. El político es una derivación del económico. Los Estados, en muchos casos, no representan los intereses de los pueblos sino de los grandes actores económicos.

P: ¿En caso de un fracaso de Copenhague, cuál sería el escenario posterior en lo que hace a la ya grave situación climática?

Boff: A mi entender, si hay una frustración política, eso puede significar un reto enorme para la sociedad civil. Para que se movilice, presione y promueva los cambios que vienen siempre de abajo. Confío en eso: la razón, la prudencia, la sabiduría vendrá de la sociedad civil. Será, también, en cuanto al clima, el principal sujeto histórico. Ningún cambio real viene de arriba, sino de abajo.

Y a pesar de lo difícil del presente, tengo la confianza que no se trate de una tragedia que acabará mal sino de una crisis que purifica y que nos permita dar un salto en la dirección de un futuro mejor.

P: ¿Con un programa común para salvar la Tierra?

Boff: Impulsando una bio-civilización que deberá promover cuatro ejes esenciales. El uso sustentable, responsable y solidario de los limitados recursos y servicios de la naturaleza. El control democrático de las relaciones sociales, especialmente sobre los mercados y los capitales especulativos. Un ethos mínimo mundial que debe nacer del intercambio multicultural, enfatizando en la compasión, la cooperación y la responsabilidad universal. Y la espiritualidad, como dimensión antropológica y no como un monopolio de las religiones. Debe desarrollarse como expresión de una conciencia que se siente parte de un Todo mayor, que percibe una Energía poderosa y que representa el sentido supremo de todo.


- Sergio Ferrari
Colaboración de prensa de E-CHANGER, ONG suiza de cooperación solidaria

Movimiento Teologias de la Liberaciòn - Chile
Correo: opcion por los pobres_chile@yahoo.com