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La Otra Historia Mundial

La Mentira Que Causó 4 Millones de Muertos

Cuando Los Sionistas Eran Aliados de los Nazis

Portada del libro.
Portada del libro.

“Sionismo y fascismo. El sionismo en la época de los dictadores”, de Lenni Brenner es de los libros que se deben consultar y recomendar. Más allá, todo hay que decirlo, de algunas discrepancias que se presenten debido a la interpretación que de algunos acontecimientos históricos hace el autor (sobre la política seguida por los comunistas y socialdemócratas en Alemania en tiempos de Hitler, sobre la posición de la Unión Soviética, sobre la participación de extranjeros en la guerra en España…) lo cierto es que aplicándose a los documentos y datos concretos sobre el sionismo, sus relaciones distantes con el judaísmo, cuando no han sido enemigos, sus acuerdos con Inglaterra para hacerse con Palestina, y sus acuerdos con el nazismo, en esos aspectos el libro es toda una aportación al conocimiento de la realidad histórica y un medio para comprender, tener criterio ajustado a la realidad presente en Palestina.

El libro, por primera vez publicado en el Estado español, es un clásico mundial; editado y vuelto a editar ha sido objeto de estudio en todas las latitudes y ha recibido el bombardeo sionista como otros de importancia similar, lea por ejemplo “La industria del Holocausto”, de Norman Filkenstein, en Editorial Siglo XXI; “La resistencia interior. Historia de la oposición judía al sionismo”, de Yakov M. Rabkin, en Editorial Hiru; “La expulsión de los palestinos”, de Nur Masalha, en Editorial Bósforo; “Israel-Palestina”, de Alain Gresh. Para ponerse al día en la política que lleva a cabo el gobierno español con respecto al pueblo palestino, con la firma de Zapatero, no deje pasar la oportunidad de leer el artículo publicado en rebelion.org el día 17-06-2010 titulado: “Un informe analiza con detalle los actores, las empresas, el comercio de armas y las vinculaciones militares. España-Israel: Relaciones en materia militar armamentista y de seguridad”. Si fuésemos al terreno de la narrativa y la poesía creo imprescindible mencionar una novela fundamental en la literatura europea: “La estética de la resistencia”, de Peter Weis, en Editorial Hiru; también deberíamos tener a mano “Palestina. El hilo de la memoria”, de Teresa Aranguren, en Editorial Caballo de Troya; aquí debería estar un buen número de poetas palestinos empezando por Mahmud Darwis, pero lo dejamos aquí para volver a “Sionismo y fascismo. El sionismo en la época de los dictadores; abre sus páginas con varios párrafos terribles escritos por los sionistas sobre los judíos, las direcciones donde aparecieron y la aclaración pertinente de que no fueron escritos por los nazis. Seguidamente nos pone en la línea de las incompatibilidades entre judíos y sionistas, aunque aprovechándose de la oscuridad producida por la Segunda Guerra Mundial, los sionistas, judíos de ultraderecha, han mezclado sionismo y judaísmo para sacar beneficio político de ello. Si judaísmo y sionismo son visiones distintas, ¿con qué ideología y con quién o quiénes es compatible el sionismo? Y aquí es donde Lenni Brenner abre las grandes puertas, sin dejar al margen las responsabilidades de los gobiernos europeos y estadounidense con respecto a los judíos perseguidos por los nazis… y los sionistas.

El sionismo si con algo es compatible es con el nazismo. El libro no toca la situación de Palestina y del pueblo palestino, no es su objeto de estudio, el libro se centra en el conocimiento de la creación de las fuerzas sionistas, su postulado político de dominio colonial dictatorial, sus acuerdos comerciales y terroristas con Hitler, y su colaboración con las fuerzas políticas, económicas y militares más reaccionarias que encuentra en su camino para apropiarse de Palestina bajo un pretexto bíblico que adoptan como justificación, a eso suman concepciones racistas como la raza elegida por Dios, a los que Dios ha rebelado su verdad y otras zarandajas de corte nazi que se atribuyen. Toda la verborrea de nazis, fascistas y franquistas les sirve para presentarse bajo la pátina de normalidad, y tiranizar con las armas al pueblo palestino apropiándose de su tierra.

Si el antisemitismo era una constante entre los gobiernos capitalistas que entraban en el siglo XX, el sionismo los apoyó con la idea de obtener de ellos el respaldo suficiente para tomar Palestina, así, tras la Primera Guerra Mundial hicieron acuerdos de colaboración contra la naciente revolución soviética que, precisamente, no era antisemita; lo cuenta Lenni Brenner: “El bolchevismo, una ideología opuesta fundamentalmente al sionismo, había tomado el poder en Petersburgo y estaba siendo enfrentado por la Guardia Blanca zarista y por fuerzas ucranianas, polacas y bálticas financiadas por Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y Japón. La contrarrevolución se componía de muchos elementos que tenían una larga tradición de antisemitismo y pogromos”. La Declaración de Balfour fue un apoyo a los sionistas para su instalación en Palestina y los sionistas “entendieron que el gobierno británico consideraba como su principal prioridad el aplastamiento de los bolcheviques, lo cual obligaba a portarse adecuadamente en sus actividades en el volátil escenario de Europa del Este”.

Bajo la consigna de “Sangre y suelo” guiaron su política y procuraron carne judía para los gobiernos antisoviéticos que necesitaban culpables de las crisis del capitalismo, y si combatían al movimiento obrero, a los comunistas, los judíos formaron siempre parte del paquete. La sangre estaba entregada a cambio de que les procurasen la colonización de Palestina.

Los escritos de clásicos sionistas dicen que los judíos no son “ni nación, ni pueblo, ni humanos” (Micah Yosef Berdichevsky); son “gitanos, perros, sucios, inhumanos, perros heridos” (Yosef Chaim Brenner); son “parásitos, gente básicamente inútil” (A.D. Gordon), entre su verborrea incluían que los judíos se merecían lo que les pasaba porque habían perdido su carácter como pueblo, se integraban con los demás, no mantenían la limpieza de sangre ni la limpieza económica, por ahí pasaba su antisemitismo. Los historiadores sionistas escribían, dice Brenner, que los antisemitas no tenían la culpa, sino los judíos y su desgracia de vivir en el exilio. Los sionistas discurseaban que vivir fuera de Palestina era la causa principal del antisemitismo, y que recobrarla era la única solución a la cuestión judía. Esa elaboración política hacía de los sionistas una fuente de alimentación de los gobiernos antisemitas y un apoyo incondicional de los nazis… tras su ocupación del gobierno alemán, y antes también: “Hitler… el 6 de junio de 1920 declaró que Palestina era el lugar adecuado para los judíos y que sólo allí podían esperar la consecución de sus derechos”. El discurso de los sionistas no estaba lejos del de Hitler, fíjense en lo que escribía Jacob Klatzin, sionista autor de la Enciclopedia Judaica: “Si no admitimos la legitimidad del antisemitismo, negamos la legitimidad de nuestro propio nacionalismo. …En lugar de establecer asociaciones de defensa contra los antisemitas, que quieren reducir nuestros derechos, debemos establecer asociaciones de defensa contra… los que desean defender nuestros derechos”. De esta manera sostenían los sionistas que los judíos fuera de Palestina se merecían lo que les pasase porque eran intrusos en los demás Estados. Por eso las organizaciones judías de izquierda comunista consideraban a los sionistas “un eco de la línea nazi”; Brenner continúa diciendo que “la derrota del nazismo habría ocurrido si los judíos se hubiesen unido a la clase obrera antinazi”, pero los sionistas ensuciaban el agua entre los judíos y ayudando a Hitler, que organizó mítines anticomunistas para advertir a los jóvenes judíos del peligro de los “asimilacionistas rojos”.

Si los sionistas llegaron a acuerdos con los nazis, antes habían mantenido las mejores relaciones con Mussolini y lo plasmaron en escritos como este de Michael Ledeen: “…en el pasado pudieron surgir incertidumbres acerca de la verdadera naturaleza del fascismo, pero ahora comenzamos a entender su verdadera naturaleza… los verdaderos judíos nunca han luchado contra ustedes”.

La respuesta entre las filas judías de izquierda cuajó en un boicot a la Alemania nazi, y eso que podríamos pensar que parecía bien a los gobiernos europeos y estadounidense, sin embargo hizo que mostrasen los rasgos ocultos hasta entonces, se inquietaron y sus posiciones fueron de lo más diversas para sustanciarse en contra del boicot de una manera o de otra, curiosamente como los sionistas, que agitaban entre la población judía de los diversos países la idea de que era mejor no rebelarse, mientras, de acuerdo con los nazis, llevaban a Palestina a los judíos sionistas adinerados y que consideraban útiles, jóvenes sionistas con profesiones que denominaban constructivas, dejando para los hornos crematorios al resto de la población judía, que les había de servir de justificación histórica para la ocupación colonial de Palestina. La colaboración con los nazis en todos los terrenos, incluido el espionaje, se plasmó de diferentes formas, entre ellas se encuentra una medalla que Goebbels mandó acuñar, en una cara figura la esvástica, en el otro la estrella sionista; otro ejemplo hoy ocultado dice Brenner: “Un aspecto de las leyes (Leyes de Nuremberg, septiembre de 1935, legislación antijudía previa a la Segunda Guerra Mundial) fue el hecho de que …sólo se permitieron dos banderas en el Tercer Reich, la de la esvástica y la azul y blanca sionista”; otro ejemplo es el permiso de la Gestapo en 1935 para que las organizaciones sionistas “utilicen uniformes de puertas adentro porque … su actividad sincera … se cruza con la intención del gobierno del Reich de sacar de Alemania a los judíos.

Las declaraciones programáticas de los sionistas en torno al establecimiento del Estado sionista son numerosísimas, Polkes, dirigente sionista que negocia con las SS el 10 de octubre de 1937, les declara: “El Estado sionista se debe establecer por todos los medios y tan pronto como sea posible”. En 1923, Jabotinsky, dirigente sionista, escribió su tesis sobre la ocupación de Palestina “El muro de hierro (nosotros y los árabes)” donde decía: “La colaboración se debe terminar o implementar contra los deseos de la población nativa. Esta colonización puede, por tanto, continuar y desarrollarse sólo bajo la protección de una fuerza independiente de la población local, un muro de hierro que la población nativa no pueda romper. Ésta es, al completo, nuestra política hacia los árabes. Una reconciliación voluntaria con los árabes está fuera de cuestión ahora o en el futuro cercano”.

Hubo sionistas que esperaban algún acuerdo de paz apoyándose en los ocupantes británicos de Palestina, y Jabotinsky les contestó: “Si quieres colonizar una tierra en la que ha hay un pueblo que la habita, debes procurar una guarnición militar para esa tierra, o encontrar algún "hombre rico" o benefactor que provea esa guarnición de tu parte. De lo contrario hay que cejar en el empeño, porque sin una fuerza armada que convierta en físicamente imposible cualquier intento de destruir o evitar esta colonización, la colonización es imposible, no "difícil" ni "peligrosa", sino ¡IMPOSIBLE! El sionismo es una aventura colonizadora y en consecuencia se mantiene o cae por la cuestión de la fuerza armada”.

Robert Geesler, otro sionista, escribe un artículo en el que termina diciendo: “Queremos un imperio judío. Igual que el italiano o el francés en el Mediterráneo, queremos un imperio judío”.

En el Congreso de 1935 que celebraron los sionistas en Lucerna las diferencias entre más moderados y radicales en torno a los acuerdos con los nazis y la transferencia de sionistas seleccionados a Palestina y la utilización de cemento alemán llevaron a los miembros del Partido del Estado Judío a gritar “¡Heil Hitler!” para cerrar filas.

En la documentación del Congreso sionista de 1937, se encuentra la declaración de Weizmann donde dice que quiere enviar a Palestina dos millones de jóvenes: “Los viejos pasarán; afrontaran su destino, o no. Ellos son polvo, polvo económico y moral en un mundo cruel. Dos millones, quizá menos, solo una parte sobrevivirá…”. En esa línea el 7 de diciembre de 1938, Ben Gurion, dirigente sionista laborista, declara: “Si yo supiera que es posible salvar a todos los niños de Alemania llevándolos a Inglaterra, y sólo a la mitad de ellos trasladándolos a Eretz Ysrael, optaría por la segunda alternativa”. El 17 de diciembre de 1938 se dirige al ejecutivo sionista: “Si los judíos tienen que elegir entre los refugiados, salvando a los judíos de los campos de concentración, o colaborar con un museo nacional en Palestina, la compasión se impondrá y toda la energía del pueblo será canalizada para rescatar a los judíos de diversos países. El sionismo será eliminado de la agenda, no sólo de la opinión pública mundial, en Gran Bretaña y los Estados Unidos, sino en la opinión pública judía de todas partes. Si permitimos una separación entre el problema de los refugiados y el problema palestino, estamos arriesgando la existencia del sionismo”.

En el libro, Brenner dedica un capítulo a la guerra en España, en él se dan cifras de nazis alemanes y fascistas italianos que se comparan con el número de internacionalistas, entre ellos judíos, que se pusieron de parte de la democracia republicana española; he de señalar que no son correctas esas cifras: hubo muchos más alemanes e italianos que brigadistas, de los que, por otro lado la cifra que se da es un poco elevada. A eso hay que añadir que los nazis alemanes y los fascistas italianos eran relevados cada pocos meses por tropas de refresco, mientras que los brigadistas no tuvieron relevo alguno ni se cubrieron sus bajas. Más aún, los brigadistas salieron de España antes de terminar la guerra, mientras que los nazi-fascistas permanecieron hasta después de la guerra.

Brenner señala la participación en las Brigadas Internacionales de 22 sionistas del sector laborista, y poco más adelante recoge un dato de la Enciclopedia del sionismo e Israel donde se dice que hubo “unos 400 comunistas”, miembros del Partido Comunista de Palestina, e indica que los sionistas participantes fueron a título individual desobedeciendo al movimiento sionista. Luego la participación al lado de la República vino de parte de comunistas palestinos y algunos sionistas que se desengancharon de su inicial organización colonial, pues como señala Brenner con las referencias al libro “Judíos y árabes en Palestina”, de julio de 1936: la ambición de los sionistas laboristas … era conquistar Palestina y dominar económicamente Oriente Medio”, y no sólo eso sino que su colaboración con los nazis les llevó en 1937, mediante una de sus organizaciones, a ofrecerse como espías para las SS.

Ya se ha dicho que la colaboración con los nazis se extendió a los campos más diversos, hubo inversiones en la Alemania nazi, hicieron de agencia comercial en el mundo de los productos alemanes para que se vendiesen saltándose el boicot internacional, participación en la Gestapo, colaboración política dentro y fuera de Alemania con los nazis, integración en el servicio de espionaje nazi, y todo esto dio como fruto en 1941 un documento hallado en la embajada alemana en Ankara (Turquía) titulado “Propuesta de la Organización Militar Nacional (NMO) relativa a la solución de la cuestión judía en Europa y la participación de la NMO en la guerra del lado de Alemania”, en el los sionistas hablan de los “intereses comunes” con los nazis y sus “aspiraciones”, de la “cooperación” entre las dos partes y del “establecimiento del estado judío histórico sobre una base nacional y totalitaria, y ligado mediante un tratado al Reich alemán… la NMO está estrechamente relacionada con los movimientos totalitarios de Europa en su ideología y estructura”.

Aprobado el Estado de Israel en Palestina en 1948 por las Naciones Unidas, las potencias occidentales Inglaterra, Francia y EEUU cuidaban así del capitalismo y sus intereses en Oriente Medio; Beguin puso de Ministro de Asuntos Exteriores a Shamir, reconocido asesino de Lord Moyne, ministro residente británico para Oriente, el 6 de noviembre de 1944, y el del conde Folke Bernadotte, mediador de las Naciones Unidas para Palestina, el 17 de septiembre de 1948”; Beguin homenajeó a la banda terrorista sionista Stern, eje central de NMO, con la emisión de sellos postales con el retrato de Shamir. “No hay mejor prueba de que la herencia de la colusión sionista con fascistas y nazis, y la filosofía subyacente, atraviesan el Israel contemporáneo”, declara Brenner, que finaliza con estas palabras: “Los sionistas nos recordarán la masacre de judíos perpetrada por Hitler, esperando que la simpatía hacia sus víctimas se transfiera a su Estado sionista. Y nos darán lecciones de “islamofascismo” desde el mufti (religioso palestino de Jerusalén que ante las provocaciones sionistas en el Muro intentó sublevar a los creyentes contra los sionistas) hasta el Irán actual”.

Para terminar recojo aquí la carta que Einstein, Hannah Arendt, Sidney Hook y otros hicieron llegar al New York Times en diciembre de 1948 denunciando a Beguin, Primer Ministro del sionista Estado de Israel: “Entre los fenómenos políticos más perturbadores de nuestro tiempo está la emergencia del Partido de la Libertad (Tunat HaHerut) en el reciente Estado de Israel, un partido político muy similar en su organización, métodos, filosofía política y mensaje social a los partidos nazi y fascista … Han predicado una mezcla de ultranacionalismo, misticismo religioso y superioridad racial … Han propuesto sindicatos corporativos según el modelo de la Italia fascista … A la luz de las consideraciones anteriores, es imperativo que se conozca en este país la verdad sobre Beguin y su movimiento. Es de lo más trágico que la cúpula del sionismo estadounidense haya rechazado hacer campaña en contra de los intentos de Beguin”.

Los resultados del sionazismo en Palestina-Gaza están presentes, son bien conocidos, duran ya 62 años, el pueblo palestino sigue resistiendo al colonialismo sionazista apoyado por las potencias capitalistas como modo de garantizar los intereses de sus multinacionales en el Medio Oriente. Los palestinos piden nuestra colaboración en el boicot a los productos sionistas, que en España se comercializan con el código de barras 729. Hay prevista una flota de barcos de ayuda a Gaza, consulte la página de Cultura y Paz, www.culturaypaz.org.

La lista de empresas que colaboran con Israel y las marcas que venden en España puede leerla en www.rebelion.org en el artículo del día 06-06-2010 titulado "Productos israelíes comercializados en el Estado español”.

El libro de Brenner, con las discrepancias que puede levantar, aporta una documentación y un análisis del sionismo que sirve de aclaración a cualquier lector.

Título: Sionismo y fascismo. El sionismo en la época de los dictadores.
Autor: Lenni Brenner.
Traductor: Luis César Bou.
Editorial: Bósforo Libros (WWW.bosforolibros.com) (bosforo@bosforolibros.com).
Ramón Pedregal Casanova es autor de “Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios”, editado por Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@yahoo.es) (www.foroporlamemoria.org)

Un 8 de Mayo de 1945 Desde Una Visión Alemana Alternativa

A 65 años de la derrota del nazismo: un día grave para todos los alemanes

 

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Entrada del diario de una niña de nueve años: «Frankfurt am Main. 8 de mayo de 1945. Hoy ha terminado a medianoche la guerra. Eso quiere decir capitulación incondicional. Suenan las campanas de la iglesia. Ha llegado al fin la paz. Es un día grave para todos los alemanes.» 

¿Cómo llegó esta niña de nueve años de edad aquel día a la conclusión de que el 8 de mayo era un «día grave para todos los alemanes»? El padre esperaba todos los días que los americanos nos liberasen. Así lo decía: «liberar». La madre rezaba todas las tarde para que todos llegasen con vida a su fin. La niña no conocía otra cosa que la guerra desde que tenía tres años. La familia había sufrido los bombardeos de Düsseldorf, perdido todas sus posesiones, sufrido graves quemaduras por el fósforo, pasado varios meses viviendo en un sótano, y la metralla de las bombas había herido al niño en el femoral... ¿Qué le llevó entonces a escribir que aquel 8 de mayo era un «día grave para todos los alemanes»? ¿Lo era también para ella?  


La niña de nueve años era yo, soy yo. Décadas después volví a encontrar el diario, que no era un diario secreto y privado como los de las jovencitas, sino un diario que me obligaban a escribir. Cada día debía completar una página y al final de cada semana presentárselo a mi padre. 


El diario debía reemplazar los deberes de la escuela, que ya no se entregaban desde hacía meses. En la lectura con mis padres discutimos a causa de la expresión  «día grave» y mi padre luego me dijo que había tenido miedo por haberme dejado escribir aquello. El miedo que estaba por llegar. Castigos, venganzas, represión... Nuestros deseos de paz y nuestras esperanzas de una liberación eran grandes, pero también lo era la inseguridad hacia lo que harían los vencedores con nosotros. Y casi sin creerlo, año tras año, llegamos al final a aquel 8 de mayo que con tanta cautela habíamos preparado: como si se presentase el futuro. En mi familia, la experiencia de la derrota total se celebró con gozo. Finalmente podíamos comenzar una nueva vida. Un regalo, que quizá no nos habíamos merecido, pero que no podíamos más que aceptar, y gracias al cual podíamos pensar de nuevo democráticamente en nuestras obligaciones, democráticas en las garantías legales de la constitución. Sobre todo pensábamos en qué pensarían los ciudadanos de otros países, cómo lo vivirían. Lejos del territorio nacional. 


Para mi familia y para mí el 8 de mayo siguió siendo el día de la liberación cada año, en contra de la opinión general en la República de Adenauer. Mi padre me enseñó desde muy temprano a honrar a los combatientes de la resistencia y los desertores y a buscar nuestra esperanza en los vencedores.  

 

Pero a partir de los primeros años de la posguerra se fue convirtiendo poco a poco en algo más difícil. A nuestro alrededor estaba cambiando el punto de vista hacia aquel día. [Los alemanes occidentales] nos convertimos en el niño mimado de los americanos. La guerra y la derrota total comenzaban a eclipsar el resto de la historia. Hizo falta un discurso presidencial el 8 de mayo de 1985 para que el significado de la liberación volviese de nuevo a discutirse en la arena pública.

 

Ha llegado la hora de convertir el 8 de mayo en una fiesta nacional, una «fiesta grave», y por ello mismo, tan importante. 


Luc Jochimsen es la portavoz de cultura del grupo parlamentario de La Izquierda. 


Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero

Murió Howard Zinn

Rebelion. Murió Howard Zinn, el historiador que desafió al establishment

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Boston Globe


Howard Zinn, historiador de la Universidad de Boston, activista político, temprano opositor a la intervención estadounidense en Vietnam y uno de los principales críticos del presidente de la Universidad de Boston, John Silber, ha muerto de un ataque al corazón en Santa Mónica (California) durante un viaje, según ha comunicado su familia. Tenía 87 años.

«Sus escritos han cambiado la conciencia de toda una generación y han ayudado a abrir nuevos caminos en la comprensión y el significado crucial de nuestras vidas», escribió en una ocasión Noam Chomsky, activista de la izquierda estadounidense y profesor del MIT. «Cuando se llamaba a la acción, uno podía estar siempre seguro de que él estaría en primera línea. Un ejemplo y una guía en la que uno podía confiar.»

Para el doctor Zinn, el activismo era la extensión natural de la revisión de la historia que impartía en sus clases. El libro más conocido de Zinn, A People's History of the United States (1980) no tenía por héroes a los Founding Fathers –muchos de ellos propietarios de esclavos y profundamente vinculados al status quo, como el Dr. Zinn señalaba al comienzo de la obra– sino los granjeros de la Rebelión de Shay y los dirigentes sindicales de la década de los treinta.

Como escribió en su autobiografía, You Can't Be Neutral on a Moving Train (1994), «mis clases estaban animadas desde el principio por mi propia historia. No sólo sería justo con otros puntos de vista, sino que también quería ofrecer algo más que “objetividad”: quería que los estudiantes abandonasen mi clase no mejor informados, sino mejor preparados para renunciar al confort del silencio, más preparados para hablar, para actuar contra la injusticia allí donde la vieran. Todo esto fue, por supuesto, una buena receta para buscarme problemas.»

Ciertamente fue la receta para la disputa entre el Zinn y Silber. Zinn ayudó hasta en dos ocasiones a encaminar el voto de su facultad a destituir al presidente de la Universidad de Boston, quien, a su vez, acusó al Dr. Zinn de incendio (una acusación de la que rápidamente se retractó) y le citó como principal ejemplo de «quienes envenenan todo lo que hay de bueno en el mundo académico.»

El Dr. Zinn fue vicepresidente del comité de huelga cuando los profesores de la Universidad de Boston fueron a la huelga en 1979. Cuando terminó la huelga, él y cuatro colegas fueron acusados de violar sus contratos al rehúsar cruzar un piquete de secretarias. Los cargos contra “los cinco de la Universidad de Boston” pronto fueron revocados.

Howard Zinn nació en Nueva York el 24 de agosto de 1922, hijo de un matrimonio de inmigrantes judíos, Edward Zinn, camarero de profesión, y Jennie (Rabinowitz) Zinn, ama de casa. Asistió a la escuela pública de Nueva York y trabajó en los astilleros de Brooklyn antes de ser alistado en las Fuerzas Aéreas durante la Segunda Guerra Mundial, en la que sirvió en un bombardero de la Octava, alcanzando el rango de alférez y obteniendo la medalla del aire.

Terminada la guerra, Zinn trabajó en una serie de oficios de poca monta hasta que entró en la Universidad de Nueva York gracias a la GI Bill, con 27 años. El profesor Zinn, que había desposado con Roslyn Schechter en 1944, trabajaba por las noches en un almacén cargando camiones para costearse sus estudios. Licenciado en la Universidad de Nueva York, prosiguió sus estudios de doctorado en la Universidad de Columbia. Fue profesor auxiliar en la Universidad de Upsala y profesor invitado en la Universidad de Brooklyn antes de impartir clase en la Universidad Spelman de Atlanta en 1956 en el departamento de historia, impartiendo una asignatura sobre la historia de las mujeres afroamericanas. Entre sus estudiantes se encontraba la novelista Alice Walker, que lo calificó como «el mejor profesor que haya tenido jamás», y Marian Wright Edelman, futura presidenta de la Fundación Children's Defense.

Durante esta época el Dr. Zinn fue un participante muy activo en el movimiento de los derechos civiles. Fue miembro del Comité de coordinación de estudiantes para la no-violencia, la organización más militante de todas las de los derechos civiles de la época, y participó en numerosas manifestaciones.

El Dr. Zinn se convirtió en profesor auxiliar de ciencias políticas en la Universidad de Boston en 1964, en la que fue nombrado profesor titular en 1966.

Su activismo le llevó a postularse en contra de la Guerra de Vietnam. Zinn participó en numerosas charlas y teach-ins, y atrajo la atención de todo el país cuando él y otro destacado antibelicista, el reverendo Daniel Berrigan, visitaron Hanoi en 1968 para reunirse con tres prisioneros liberados por los norvietnamitas.

La participación del Dr. Zinn en el movimiento anti-guerra le llevó a publicar dos libros: Vietnam: The Logic of Withdrawal (1967) y Disobedience and Democracy (1968). Previamente había publicado LaGuardia in Congress (1959) –con el que ganó el premio de la Asociación de Historia Albert J. Beveridge–, SNCC: Los nuevos abolicionistas (1964), The Southern Mystique (1964) y New Deal Thought (1966). El Dr. Zinn también fue el autor de The Politics of History (1970), Postwar America (1973), Justice in Everiday Life (1974) y Declarations of Independence (1990).

En 1988 Zinn se retiró temporalmente de la universidad para impartir conferencias y escribir. En los últimos años se dedicó sobre todo a la escritura de obras teatrales, de las cuales se llevaron a la escena Emma, sobre la dirigente anarquista Emma Goldman, y Daughter of Venus.

El Dr. Zinn (mejor dicho: su principal libro) hizo un cameo en la película de 1997 Good Will Hunting, cuando el protagonista epónimo interpretado por Matt Damon elogia A People's History y anima al personaje interpretado por Robin Williams a leerlo. Damon, que co-escribió el guión de la película, fue vecino de Zinn en su infancia. Damon produciría años después la versión televisiva del libro The People Speak, que se emitió en el Canal Historia en el 2009. Damon también fue el narrador del documental biográfico sobre Zinn: Hozard Zinn: You Can't Be Neutral on a Moving Train.

Su último día de clase en la Universidad de Boston, Howard Zinn terminó la clase treinta minutos antes para unirse a un piquete y animó a los 500 alumnos de su clase a que se unieran a él. Un centenar lo hicieron.

La esposa del Dr. Zinn falleció en 2008. Zinn deja a una hija, Myla Kabat-Zinn en Lexington, un hijo, Jeff de Wellfleet, tres nietas y dos nietos.

NOTA T.: Hay traducción castellana de los dos libros citados en este texto: Nadie es neutral en un tren en marcha (Hondarribia, Argiletxe Hiru, 2001). Traducción de Roser Berdagué Costa; La otra historia de los Estados Unidos (Hondarribia, Argiletxe Hiru, 1997). Traducción de Toni Strubel . 

Mark Feeney es un columnista del Boston Globe.

Traducción para www.sinpermiso.info : Àngel Ferrero

La Otra Historia de Hungría de 1956

A continuación se reproduce un artículo que defiende la postura soviética de la entrada del ejército rojo a Hungría. El editor del blog aclara que puede no estar plenamente de acuerdo con el autor del texto.

 

 

Hungría: El dorado y sangriento otoño del 56


Traducido del ruso  por Josafat S. Comín para Kaos en la Red

De los sucesos húngaros y los dobles raseros

 

El otoño dorado de Budapest es una época especial, no solo en lo turístico, también en lo político: Una gran cantidad de monumentos con la fatídica fecha de 1956 están engalanados con banderas tricolores, cintas de duelo, coronas de flores y velas encendidas. Es ahora la principal y más sagrada fiesta de la independencia, son días de vacaciones y celebraciones.

Mientras que nosotros seguimos sin aclararnos con eso del Día de la Independencia de Rusia: se les ocurrió la increíble fecha del 12 de junio- día del reconocimiento oficial de la desmembración del país, en Hungría y otros países del antiguo campo socialista todo es infinitamente más sencillo: todos los enemigos sempiternos, los invasores extranjeros que los han sojuzgado y los acontecimientos sangrientos se dejan a un lado, y en primer plano se coloca “la liberación del principal enemigo”: la Rusia soviética.

Y por si no fuese suficiente va nuestro Consejo de la Federación (cámara alta del parlamento. N de la T.), en otoño del 2006 al que no se le ocurre nada mejor que hacer una declaración estúpida, carente de toda credibilidad histórica, con motivo de los sucesos en la Hungría del 56, donde mostraban su pesar por el hecho de que las ansias de libertad del pueblo húngaro, trajese consigo grandes pérdidas humanas, y ofrecían sus disculpas por los sucesos de hace medio siglo. Para volverse locos. ¿A qué fin?

En primer lugar, si Rusia históricamente no está relacionada en modo alguno con la Unión Soviética-como no se cansan de repetir muchos medios de comunicación y sus ideólogos- entonces los sucesos de aquel entonces no guardan ninguna relación con la Rusia actual, y disculparse por ellos, se puede hacer sobre la misma base que si nos arrepintiéramos de aplastar la revolución húngara de 1848. Por lo visto, llegaremos a verlo, pero aquí en Rusia, no en Alemania ni Austria. En segundo lugar, si somos herederos de la Unión Soviética, no es de recibo menospreciar las trágicas y gloriosas páginas de nuestra historia, los condicionantes geopolíticos y las obligaciones estatales.
No sé si se acordarán en el Consejo de la Federación, que hubo una Segunda Guerra Mundial, que Hungría luchó del lado fascista, con la formación de tres divisiones de las SS, y que existían los acuerdos de Yalta y una organización política como el Pacto de Varsovia.

Supongamos por ejemplo, que uno de los países miembros de la OTAN declare mañana: abandonamos la OTAN, se creen “milicias populares” y comiencen a atacar las bases militares, de misiles y a matar soldados de la Alianza. ¿Qué ocurriría? Se puede esperar cualquier cosa. Ya sabemos por el ejemplo yugoslavo, que en el centro de Europa, en pleno siglo XXI, en una batalla cruenta se pueden llegar a utilizar armas prohibidas. Entonces no habían pasado más que o­nce años desde el fin de la guerra. Todavía andaban sueltos fascistas supervivientes y seguidores de Horthy, aunque ya se habían definido claramente los bandos de la “guerra fría”, los partidarios y detractores del socialismo. Ahora nos lo quieren simplificar hasta la ridiculez: había una aspiración de libertad y democracia occidental que la Unión Soviética aplastó brutalmente en aquel dorado otoño del 56.

Un hecho curioso: recientemente en Hungría después de 40 años parado, pusieron en marcha un tanque soviético T-34 de los tiempos de la Gran Guerra Patria. Los especialistas del Museo de Historia, consiguieron arrancar esta legendaria máquina casi sin esfuerzo. El tanque pese a estar oxidado y sin mantenimiento, mantuvo la capacidad de conducción, y estoy seguro que también la de disparar si hubiesen probado a cargarlo con munición. Imagino que lo harían para recordar la amenaza que supone el armamento soviético, cuya participación en los sucesos del 56, ha sido enormemente exagerada. Hace unos días compré en la fortaleza de Buda una guía de viaje. Allí cuentan que en la realmente hermosa ciudad de Budapest, en 1896, en la celebración de los mil años de la fundación de la patria húngara y en señal de reconocimiento del gran crecimiento que experimentaba el país, tuvo lugar la Exposición Universal.

Luego dicen: “Este increíble crecimiento de Budapest se verá frenado por la Primera Guerra Mundial, y más tarde durante el segundo “incendio” mundial, la ciudad vuelve a quedar convertida en ruinas. Las tropas alemanas en su retirada, vuelan los puentes sobre el Danubio, en los combates quedan dañados los principales edificios. En 1945 los habitantes de Budapest reconstruyen la ciudad, y se vieron obligados a volver a hacerlo, cuando en 1956 los tanques soviéticos volvieran a destruirla”. O sea, que la destruimos, apuntábamos directamente al centro, e hicimos volar, como los alemanes, todos los puentes y los principales edificios de Budapest. Da vergüenza leer esto. Yo viví en la isla Margit, al lado del famoso puente diseñado por Eiffel. El maravilloso puente fue volado sin compasión por los alemanes el 4 de noviembre de 1944, hace 65 años, cuando nuestras tropas se acercaban a Budapest. Los alemanes tenían tanta prisa, que el tramo principal del puente se desplomó sobre el Danubio con viandantes y cuarenta zapadores alemanes.

En los años 44-45 las tropas húngaras fueron derrotadas y el territorio fue ocupado por las tropas soviéticas. Tras el final de la guerra, se celebraron elecciones libres, de acuerdo con los acuerdos de Yalta, donde obtuvo mayoría el Partido de los Pequeños Propietarios: Sin embargo el gobierno de coalición impuesto por la comisión de control de los aliados, que estaba encabezada por el veterano mariscal soviético Voroshilov, dio a los vencedores la mitad de los puestos del gabinete, mientras que los puestos clave se dejaron en manos del Partido Comunista Húngaro. Los comunistas, contando con el apoyo de las tropas soviéticas apostaron por la vía no democrática y en 1947 convocaron nuevas elecciones. Una práctica habitual, en Afganistán bajo las bayonetas usamericanas acabamos de presenciar una farsa electoral.

En Hungría se instauró el régimen de Matyas Rakosi. Se llevó a cabo una colectivización forzosa, la AVH (seguridad del estado) reprimió a la oposición, a la iglesia, a los oficiales y políticos del viejo régimen, y demás enemigos del nuevo gobierno.

Hungría, como aliada de la Alemania nazi, estaba obligada a pagar una significativa contribución a la URSS, Checoslovaquia y Yugoslavia, que suponía una cuarta parte de su PIB. El país atravesaba un momento difícil, y los comunistas cometieron muchos errores. La muerte de Stalin y especialmente la poco perspicaz intervención de Jruschov en el XX Congreso del PCUS, propiciaron intentos de liberarse de los gobiernos populares en todos los países de la Europa del Este. ¿Pero quién entrega el poder voluntariamente? Díganme un ejemplo de la historia moderna. Incluso el traidor Gorbachov no terminó de creer que Yeltsin, el destructor, lo fuese a echar del Kremlin de un modo tan humillante.

Las luchas internas en el Partido del Trabajo Húngaro entre conservadores y partidarios de las reformas comenzaron desde principios de 1956 y el 18 de julio de 1956 condujeron a la dimisión de Sec. Gral. del PTH Rakosi, quien fue sustituido por el ministro de la Seguridad del Estado, Erno Gero.
Un enorme papel jugó la actividad subversiva de los servicios secretos occidentales, especialmente del británico MI-6, encargado de preparar a numerosos cuadros de los “rebeldes populares” en sus bases secretas de Austria a los que luego introducían en Hungría.

La destitución de Rakosi, y la influencia del levantamiento de Poznan en Polonia en el 56, provocó un aumento de los sentimientos críticos en el seno estudiantil e intelectual. Desde mediados de año había comenzado a funcionar en la Unión de escritores el “Círculo de Petofi” en el que se debatían los temas más candentes, que el país tenía ante sí.

Finalmente, el 23 de octubre comenzó una manifestación, en la que participaron decenas de miles de personas, estudiantes y destacados intelectuales. Los manifestantes portaban banderas rojas, pancartas con lemas sobre la amistad soviético-húngara, peticiones de incluir en el gobierno a Imre Nagy, etc. En las plazas del Quince de marzo y Mari, y las calles de Kossuth y Rakosci, se les unieron manifestantes radicales, que gritaban consignas totalmente distintas. Exigían la restauración del antiguo escudo nacional, la recuperación de la antigua fiesta nacional, en lugar de la celebración de la liberación del fascismo, y la supresión de las clases de ruso. También exigían la celebración de elecciones libres, la creación de un gobierno encabezado por Nagy y la salida de las tropas soviéticas de Hungría.

El ovillo de los sangrientos sucesos comenzaba a desenredarse. Un nutrido grupo de manifestantes intentó entrar en los estudios de la Casa de la radio, con la exigencia de poder sacar al aire sus reivindicaciones. Este intento condujo al enfrentamiento con las tropas del AVH encargadas de defender la emisora, que pasadas las 21 horas, provocó los primeros heridos y muertos.

Las rebeldes se hicieron con armas arrebatadas a las tropas de refuerzo que enviaron a defender la radio, así como con otras sacadas de los armeros de Defensa Civil y comisarías de policía. El encarnizado combate en la Casa de la radio y alrededores continuó durante toda la noche. A las 23h, en virtud de la decisión de Presídium del CC del PCUS, el jefe del Estado Mayor de las FFAA de la URSS, general Sokolovsky dio la orden al Comandante del Cuerpo Especial de comenzar el avance en dirección a Budapest para prestar ayuda a las tropas húngaras “en el restablecimiento del orden y la creación de condiciones para el trabajo pacífico”.

Las unidades del Cuerpo Especial llegaron a Budapest sobre las 6 de la mañana y entablaron combate con los rebeldes. La noche del 23 de octubre del 56, la dirección del Partido Comunista Húngaro tomó la decisión de nombrar primer ministro a Imre Nagy, que ya había ocupado este cargo en 1953, destacando por sus ideas reformistas, por las que fue represaliado, y posteriormente rehabilitado poco antes del levantamiento. A Nagy a menudo le acusan de que la petición formal a las tropas soviéticas para que ayudasen a sofocar el levantamiento también fue respaldada por él.

Fue precisamente ese día, 23 de octubre, el que convirtieron en Día de la Independencia nacional de Hungría. Pero ¿quién es este luchador contra el comunismo y reformista Imre Nagy, para tener un monumento cerca del majestuoso edificio del parlamento en Budapest? Nació en 1896, luchó en las filas del ejército austro-húngaro. En 1916 fue hecho prisionero. En 1917 ingresa en el Partido Comunista Ruso (de los bolcheviques), y durante la guerra civil combate con el Ejército Rojo. En 1921 regresa a Hungría, pero en 1927 se ve obligado a refugiarse en Viena, huyendo del régimen de Horthy. Desde 1930 vive en la URSS, trabaja en el Komintern y en el Instituto de Economía de la Academia de Ciencias de la URSS, junto a Bujarin. Fue arrestado, pero puesto en libertad al poco tiempo. Pero no solo puesto en libertad…sino aceptado al servicio de la Dirección Política Estatal Unificada adjunta al Consejo de comisarios Populares de la URSS, (OGPU por sus siglas en ruso).

Como se supo más tarde ya en 1933 había sido reclutado para informar a los órganos de seguridad sobre la actividad de sus compatriotas húngaros, que habían encontrado refugio en la URSS. Esto posiblemente salvó entonces al propio Nagy. En el verano de 1989, hace 20 años, el presidente del KGB Vladimir Kriuchkov, entregó a Gorbachov una carpeta de documentos de los archivos del KGB, de los que se desprendía que Imre Nagy en los años anteriores a la guerra había sido informante del NKVD.

Estos documentos Gorbachov los entregó a la parte húngara, que los puso a buen recaudo, sin que hasta la fecha hayan sido hechos públicos. Entre 1941 y noviembre de 1944 Nagy trabajó cómodamente en la emisora de radio “Kossuth-radio” que emitía en húngaro desde Moscú para los habitantes de Hungría, antigua aliada de Alemania en la guerra. Vale la pena que volvamos a recordar que Hungría fue uno de los más impacientes y principales aliados de los nazis en la lucha contra la URSS.

En el telegrama con fecha 22 de junio de 1941, enviado a Berlín, se informaba que el gobernante húngaro Horthy, al leer la carta de Hitler, exclamó entusiasmado: “Llevo 22 años esperando este día. Estoy feliz”. A los horthystas les consumía el ansia del lucro, la conquista de nuevos territorios: En el frente soviético combatieron casi millón y medio de húngaros (1 de cada 7 húngaros), de los que 404 700 murieron y 500 000 fueron hechos prisioneros.

Las tropas húngaras cometieron infinidad de crímenes en territorio soviético (especialmente crueles en el territorio de los Cárpatos anteriormente anexionado por Hungría), sin que se le pidieran nunca responsabilidades, abandonando a su aliado en el momento justo y saliendo de la guerra en 1944. Mucho callamos entonces, -todo fuese por la solidaridad socialista- perjudicándonos a nosotros mismos, dando pie a especulaciones y mentiras.

El 4 de noviembre de 1944, el día que volaron el puente Margit y comenzó activación del frente antifascista húngaro, Nagy regresó a su país. Pero se vio muy decepcionado, al no poder convertirse en la primera figura de Hungría. Hubo de conformarse con diferentes puestos ministeriales, en los distintos gobiernos de coalición. Su modesta carrera hasta tal punto lo desmoralizó y enfureció, que atacó abiertamente a la dirección del partido, acusando al entonces secretario general Rakosi, de “desviarse de la línea de Lenin y Stalin”, y de ser incapaz de trabajar con los cuadros.

Eso le llevó, en 1949, a ser expulsado del CC y apartado de todos los cargos. Después de ser apartado, Nagy, hasta tal punto se asustó, que en 1951 respaldó la idea de duplicar las estimaciones iniciales del plan quinquenal, siendo de nuevo admitido en el Politburó. Aunque por lo visto, aquí mucho tuvo que ver la intercesión de sus supervisores soviéticos, que defendieron a su valioso agente e insistieron en que pudiese volver a la gran política. A juzgar por las revelaciones de gente próxima a los archivos del KGB, Nagy nunca rompió lazos con los servicios secretos.

En 1951-52 el suministro obligatorio previsto, recayó como un pesado fardo sobre los hombros de los campesinos, y Nagy –antes enemigo de la colectivización- escribía un artículo tras otro, insistiendo en la obligatoriedad de cumplir los planes. Todas las desviaciones en el desarrollo de la economía y las torpezas en la colectivización, con el concurso de Nagy, condujeron a Hungría a la crisis del 56. Los que hoy ensalzan su figura, dicen que él “luchaba por la unidad de Hungría”, que pronunció el famoso llamamiento:”Nueve millones y medio de corazones húngaros, que laten como un solo corazón, nueve millones y medio de almas húngaras que se inspiran como una sola alma…” Pero repetimos, que en Hungría si algo no había, era unidad.

El país estaba dividido. Había un grupo importante de “auténticos húngaros”, representantes de las capas burguesas y de un aparte de la intelectualidad, que defendían su visión, como se diría ahora desde “posiciones imperiales”, había una gran parte de comunistas pro-soviéticos, y había por último un grupo bastante numeroso de horthystas- nazis de cuño húngaro, ocultos a la espera de su momento. ¡Y ese momento llegó! Aunque formalmente Nagy abogaba por sofocar el levantamiento, hasta el último momento estuvo saboteando el decreto del estado de emergencia, llegando el día 25 a abolir el toque de queda y ordenando el regreso de las tropas a los cuarteles, dando a los golpistas la posibilidad de reagruparse y recuperarse tras los primeros enfrentamientos infructuosos.

Esta decisión les permitió recuperar fuerzas y lanzar desde el 29 de octubre una nueva ofensiva del alzamiento armado. La dirigencia soviética, que había evitado hasta el último momento inmiscuirse en los acontecimientos, aceptó las exigencias de Nagy, y el 28 de octubre las tropas soviéticas abandonaron Budapest, lo que solo sirvió para aumentar la escalada de la guerra civil. Cualquier investigador imparcial tiene hoy claro, que el aventurismo político de este antiguo soplón, condujo a que se desencadenase en la práctica una guerra civil, cuyas consecuencias, de no haber mediado la intervención soviética, hubieran sido impredecibles.

Las tropas fueron extremadamente moderadas. En unas condiciones de zozobra e indecisión de los dirigentes de la URSS, por orden del 30 de octubre, los soldados soviéticos, tenían prohibido repeler los disparos, “caer en provocaciones” y salir de su ubicación. Todas las tropas fueron conducidas a sus emplazamientos. Las calles quedaron sin gobierno. Comenzó el derramamiento de sangre. Los guardias de Béla Király y Dudás ejecutaban a comunistas, miembros del AVH, y militares húngaros que se negaban a subordinarse.

En eso primeros momentos los rebeldes animados por el éxito, se radicalizaron rápidamente, abriendo fuego contra las tropas soviéticas. Fueron numerosos los casos en que asesinaron a soldados soviéticos de permiso, o que estaban de guardia, en numerosas ciudades húngaras. Que probasen hoy en cualquier país a matar tan impunemente a un soldado usamericano y escuchar un tan condescendiente “no abrir fuego, no responder”. Imposible imaginar, pero entonces a nuestros muchachos, los dejaron expuestos.

Los insurrectos tomaron al asalto la sede local del Partido del Trabajo, y más de 20 comunistas fueron ahorcados por la multitud. Las fotos de los comunistas ahorcados con signos de tortura, con los rostros desfigurados por el ácido, dieron la vuelta al mundo. Los rebeldes correteaban por las calles a la caza de miembros de la seguridad de estado. Los reconocían por sus famosas botas amarillas, los descuartizaban o los colgaban por los pies; a veces los castraban.

A los dirigentes del partido que capturaron les clavaban al suelo con enormes clavos mientras les hacían sujetar los retratos de Lenin en las manos. Hay fotos terribles, bien conocidas: el cadáver desfigurado de un miembro de la seguridad del estado, colgado cabeza abajo, el asesinato de un comunista con un disparo a quemarropa, un tanque soviético destruido.

Pensemos, que 4 días antes, el 29 de octubre de 1956, Israel y después los miembros de la OTAN, Francia y Reino Unido, habían atacado a Egipto -al que respaldaba la URSS-, para hacerse con el control del Canal de Suez, donde habían desembarcado las tropas, mientras el 31 de octubre en la reunión del Presídium del CC del PCUS Jruschov había declarado:”si salimos de Hungría esto alentará a los americanos, ingleses y franceses imperialistas. Lo tomarán como una debilidad y atacarán”.

Se tomó la decisión de crear un ”gobierno revolucionario de obreros y campesinos “ encabezado por János Kádár y ejecutar una operación militar con el objetivo de derrocar al gobierno de Imre Nagy. El operativo, bautizado como “Remolino” fue encomendado al ministro de defensa de la URSS, Gueorgui Zhukov.

El 1 de noviembre, cuando las tropas soviéticas recibieron la orden de no abandonar sus emplazamientos, el gobierno húngaro tomó la decisión de retirar a Hungría del Pacto de Varsovia, con la consiguiente notificación a la embajada de la URSS. Al mismo tiempo, Hungría dirigió a la o­nU una solicitud de ayuda para defender su neutralidad. La madrugada del 4 de noviembre comenzaron a entrar nuevas tropas soviéticas bajo el mando del Mariscal Zhukov.

Ese mismo día 4 tomaron el control de los puntos clave de Budapest, los miembros del gobierno de Imre Nagy se refugiaron en le embajada yugoslava. Sin embargo, unidades de la guardia húngara nacional y divisiones aisladas continuaron oponiendo resistencia a las tropas soviéticas, las cuales abrieron fuego de artillería sobre los focos de resistencia, para que la infantería pudiese llevar a cabo las operaciones de limpieza bajo la protección de los tanques. Los principales centros de resistencia se concentraron en los arrabales obreros de Budapest, donde los consejos locales y los oficiales horthystas, supieron contraponer una resistencia más o menos organizada. Contra esas zonas se siguió utilizando el fuego de artillería, pero en ningún modo contra el centro de la ciudad ni los puentes sobre el Danubio.

El 10 de noviembre los Consejos obreros y estudiantiles propusieron a la comandancia soviética el cese del fuego. Era el cese de la resistencia armada. El Mariscal Zhukov sería condecorado por la “neutralización del levantamiento fascista húngaro”, siendo merecidamente reconocido con la cuarta estrella de Héroe de la Unión Soviética. El oro y la sangre del otoño…El 22 de noviembre del 56, el Primer Ministro Imre Nagy y los miembros de su gobierno, fueron sacados de la embajada yugoslava, donde se escondían, y encarcelados en territorio rumano. Luego serían llevados de regreso a Hungría para ser juzgados. Imre Nagy y el ministro de defensa Pál Maléter serían condenados a pena de muerte, acusados de traición a la patria. Nagy fue ejecutado en la horca el 16 de junio del 58.

Tras la caída del régimen socialista, los restos de Nagy y Maléter fueron enterrados con todos los honores en julio de 1989. Y desde hace 20 años este soplón y contradictorio político arribista, Imre Nagy, es considerado como héroe nacional de Hungría. Ellos verán. ¿Pero por qué a nuestros soldados, que cumplían con su deber y obligación, se les llama verdugos sanguinarios? Está perfectamente constatado que como resultado de los sucesos de 1956 en Hungría murieron 2470 personas, hubo 25 000 represaliados y 200 000 huyeron del país. Por costumbre se considera que a todos ellos, a esos 2740, los aniquilaron los “ocupantes soviéticos”. Algo que poco tiene que ver con la realidad. No se quienes son los que aparecen en las fotografías que ponen junto a los monumentos del 56, ¿son víctimas de los dos bandos? ¿Cómo explican a su hijos quienes eran esa víctimas inocentes caídas a manos “de su propia gente”, los hijos y nietos de los que fueron asesinados y torturados por los rebeldes?

Como atestiguan los documentos, tan solo en los primeros días del “alzamiento” murieron más de 300 “comunistas y cómplices”, a manos de los “alzados”, como por ejemplo, los soldados fusilados junto al Ministerio del Interior, que tuvieron la desgracia de encontrarse en el lugar y momento equivocado. ¿Y los milicianos obreros? Hay que decir, en honor a la verdad, que desde luego no todos en Hungría perdieron la cabeza y se lanzaron a combatir. Por ejemplo, en todo el ejército húngaro, apenas hubo un puñado de oficiales que se pasaron al bando de los golpistas. Ni un solo general participó en esta carnicería.

El principal “héroe” terminó siendo el ya mencionado Maléter, coronel de la unidad de constructores del ejército, quien, por ridículo que parezca, no era en realidad más que otro agente soviético, antiguo oficial del ejército de Horthy, que había caído como prisionero en el 44, donde se le dio preparación en la escuela de contrainteligencia para ser introducido en Hungría, con la tarea de organizar unidades de partisanos. Fue él, el que se convirtió en líder militar de los golpistas, no sin antes, dar la orden a los tanques de disparar sobre los “insurgentes”, y fusilar en persona a dos estudiantes capturados. Pero cuando la muchedumbre no le dejó otra salida, dio la orden a los soldados de tomar partido por el pueblo y jurar el mismo fidelidad a Nagy. Junto a él, recibió su merecido castigo.

Hablemos ahora de la correlación de fuerzas y de las pérdidas. En aquel entonces la guarnición de Budapest contaba con 30 000 soldados; se sabe que alrededor de 12 mil se pasaron al lado rebelde, pero ni mucho menos todos ellos tomaron parte en los combates. Con Maléter arrestado, la mayoría se fue a sus casas. En los distintos destacamentos armados combatieron en total unas 35 mil personas, de las que más de la mitad eran antiguos soldados y oficiales horthystas, que formaban la columna vertebral de los golpistas .

Pocos son hoy los que se aventuran a cargar las tintas sobre el tema de la composición social de los “sediciosos”. Lo habitual es que pongan de relieve que se trataba de “estudiantes y obreros”, pero a juzgar por las listas, tampoco es que hubiese muchos estudiantes entre ellos. Incluso los historiados húngaros se ven obligados a reconocer, a regañadientes, que la mayoría eran horthystas.
Los golpistas contaban con 50 mil fusiles, hasta 100 tanques, y cerca de 200 piezas de artillería y morteros. Una fuerza considerable.

Las tropas soviéticas en apenas cuatro días pudieron derrotar y dispersar a un ejército de 15 000 insurgentes, y tomar bajo control los puntos estratégicos de la ciudad. Según los datos con los que contamos, entre el 23 de octubre y el 31 de diciembre d 1956, a raíz del levantamiento y los enfrentamientos que le sucedieron, cayeron de ambos bandos 2652 ciudadanos húngaros y 19226 resultaron heridos. Las pérdidas del lado soviético ascendieron a 720 soldados muertos, 1540 heridos, y 51 desaparecidos.

En el transcurso de la posterior investigación de los hechos fueron abiertas 22 mil causas judiciales. Hubo 400 condenas a muerte, aunque se cumplieron 300. 200 000 huyeron a Occidente, de los cuales no todos eran enemigos del régimen comunista, ¿pero cómo dejar escapar la oportunidad de buscarse la vida en Occidente con la categoría de “víctima”?
Se podría decir, que teniendo en cuenta la época de la que hablamos, la operación fue bastante humanitaria.

Valga como comparación: dos años antes de los sucesos de Hungría, el ejército francés comenzó una operación de castigo en Argelia, durante la que morirían -hasta 1962- un millón de argelinos: A nadie le vino a la cabeza entonces acusar de criminales a los franceses. Tuvieron que pasar más de 40 años para que se desatase el escándalo: a medida que el ejército francés iba sufriendo derrotas, y perdiendo la esperanza de dominar al pueblo alzado, aplicaron la tortura como método habitual contra la población local.

La lógica del gobierno colonial era la siguiente: por cuanto la organización patriótica del Frente de liberación nacional era respaldada por todo el pueblo, cualquier argelino era visto a ojos de los franceses como miembro del Frente, y por consiguiente como enemigo. Los interrogatorios para sacar información a los insurgentes se hacían con una increíble saña y crueldad. Además no solo contra la población local, también contra los franceses residentes que se oponían a la guerra. Las acusaciones y las denuncias no cesan en Francia, hasta el día de hoy.

Mientras que con los sucesos de Hungría todo es mucho más sencillo: Agrandan la tragedia con el paso de los años, la acomodan a los moldes liberales occidentales y se inculca machaconamente de un modo sesgado y primitivo a las nuevas generaciones. ¿Qué es lo que recuerdan y conocen? Junto a los monumentos con velas no están los participantes, víctimas ni culpables de los sucesos, sino sus enfurruñados hijos y nietos, los mismos a los que podemos ver junto a los templos, convertidos en mezquitas por los turcos, frente a los monumentos en honor de Petofi caído en la lucha por la libertad ante el imperio de los Habsburgo. Lo fácil es echarle la culpa al reciente “pasado maldito”. Pero Rusia, como país vencedor, no debería aceptar esa culpa ni someterse a esos descarados dobles raseros.

Por cierto que la mayoría de los húngaros sensatos e instruidos, comprenden perfectamente la correlación de fuerzas entonces existente, el papel de la Unión Soviética en la reconstrucción y floreciente desarrollo de la Hungría socialista. Mucho de aquello sigue funcionando, descollando y produciendo desde aquel bendito tiempo. Así que no tenemos nada por lo que justificarnos o halagar a Occidente.

El Budapest otoñal, aún con sus mendigos en el centro, sus borrachos en los soportales y sus velas conmemorativas, es esplendoroso.En el puente reconstruido de Margit, en el monte Gellert con el memorial espectacular en honor a la liberación de los fascistas de la Madre-Patria, en el monumento a los soldados soviéticos junto al parlamento (que no tiene ni una flor fresca), me puse de nuevo a pensar en el precio por salvar y reconstruir una de las más hermosas ciudades de Europa. Pero de eso, mejor en otro artículo, en invierno, quizá. Puede que para el 65 aniversario de la liberación de Budapest se anime alguno de nuestros lectores veteranos, que salvaron a la dorada capital húngara de la “peste parda”…

Alexandr Bobrov, escritor y publicista
Artículo publicado originalmente en Sovietskaya Rossia

http://www.sovross.ru/modules.php?name=news&file=article&sid=56466


 

 

Muere Uno de los Ultimos Judíos Rebeldes del Levantamiento Antinazi de Varsovia de 1944

Murió Mark Edelman, uno de los últimos luchadores sobrevivientes de la rebelión del gueto de Varsovia

 

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Mark Edelman, luchó con técnicas de guerrilla urbana contra los nazis en la Polonia ocupada, durante la 2da. Guerra Mundial. Foto: Telegraph de Inglaterra.

 

 

Edelman, fallecido anoche en su casa de Varsovia, era miembro de la organización obrera judía “El Bund” que predicaba la vida judía en sus países de origen y no en Israel (Traducido para Rebelión por Julia Majlin).

 

Mark Edelman, de los últimos luchadores sobrevivientes de la rebelión del gueto de Varsovia, lugarteniente del comandante de la rebelión, Mordejai Anilevich, murió el último viernes en su casa de Varsovia a la edad de 86 años. Edelman, de profesión cardiólogo, era miembro de la organización judía Bund.

Esta organización se oponía al sionismo y veía como una necesidad histórica la vida judía en sus países de origen. Como consecuencia de su postura, hubo peleas ideológicas e históricas entre Edelman y los combatientes y los sobrevivientes que emigraron a Israel finalizada la segunda guerra mundial. Sin embargo, Edelman ablandó su postura en los últimos años y se encontró con sus compañeros combatientes israelíes.

Edelman escribió un libro con sus memorias, que se publicó al término de la guerra, en idioma polaco y, al poco tiempo, en otros cinco idiomas. Salió publicado en hebreo cincuenta y seis años más tarde.

www.haaretz.co.il/hasite/spages/1118459.html

 

 

 

Otra Memoria Sobre Los 60 Años de La Revolución China

Una revisión de la Revolución "Socialista" China desde el Trokismo.

 

 

 

Hace 60 años triunfaba la revolución china

 

 



En el país más poblado de la Tierra caía la dictadura de Chiang Kai Shek. Una revolución agraria encabezada por Mao Tse Tung expulsó al imperialismo y expropió a los terratenientes y burgueses chinos, iniciando el socialismo. Era una conducción burocrática, cuyos sucesores, décadas después, restauraban el capitalismo. (Nota 1)

El triunfo de 1949 significó para las masas chinas comenzar a dejar atrás una situación de atraso y superexplotación espantosas. Casi toda la población vivía en el campo, y el país estaba fragmentado, en los hechos, en inmensas regiones dominadas por “señores de la guerra” y dominada por el imperialismo. Desde 1931 el Japón ocupó la península de Manchuria y en 1937 avanzó sobre China continental. A partir de 1945, ingleses y yanquis dieron apoyo al dictador Chiang Kai Shek.

El proletariado chino había tenido un desarrollo vertiginoso en la década del 20. Era importante el prestigio de la URSS y se iba masificando el joven Partido Comunista, fundado en 1921 por cincuenta militantes. Entre 1925 y 1927 hubo un poderoso ascenso revolucionario, que fue llevado a la derrota por la conducción burocrática de Stalin y la Tercera Internacional, que impuso la subordinación de los obreros a la “burguesía nacional” de Chiang Kai Shek y su partido, el Kuomintang. Millones de obreros fueron reprimidos y masacrados en las insurrecciones de las principales ciudades industriales sobre la costa del Mar de la China. Desde entonces no resurgió la clase obrera, y la resistencia a los terratenientes y el imperialismo pasó al campo, donde varios cientos de millones de campesinos muy pobres vivían en condiciones casi infrahumanas.

La lucha contra el imperio japonés

En noviembre de 1931, el sector del Partido Comunista que encabezaba Mao, fundó en el sur la República Soviética campesina, basada en la confiscación de las tierras de los terratenientes. Chiang logró aniquilarla en 1934. A partir de esta derrota, Mao, para defender los escasos restos de sus fuerzas (que según el propio Mao pasaron de 300.000 a menos de 20 o 30.000), inició la “Gran Marcha hacia el Norte”. Se cerró el movimiento revolucionario campesino del sur.

En 1937 Japón invadió China continental. Se comenzó a masifi car un creciente movimiento de resistencia antijaponés, fundamentalmente en el campo y con la guerra de guerrillas. Lo encabezaba el Partido Comunista y su dirigente era Mao, quien aceptó un acuerdo con el Kuomintang para controlar las zonas bajo su dominio y poner sus fuerzas bajo la disciplina de Chiang.

 

Dirigentes del Partido Comunista Chino disfrutando de una opípara recepción de festejos en un lugar suntuoso. La opulencia y el derroche son visibles

 

 

En octubre de 1945, luego de la derrota del Japón, el Kuomintang y el PC sellaron un acuerdo para la “reorganización nacional” de la China burguesa y semicolonial, que contemplaba desde la formación de un gobierno de coalición encabezado por Chiang hasta la unifi cación de las fuerzas armadas.

El PC y su Ejército Popular eran un partido-ejército guerrillero campesino, pequeñoburgués de masas, con un funcionamiento vertical, burocrático, y un líder indiscutido, Mao Tse Tung. Políticamente, éste compartía la concepción de Stalin de desarrollar una etapa democráticoburguesa, de unidad con la burguesía, que permita la modernización capitalista en China. Posteriormente, en otra etapa, se avanzaría hacia una sociedad socialista. Por eso estaba dispuesto a formar un gobierno burgués con el Kuomintang (lo que llamamos una concepción frentepopulista o de conciliación de clases). Una particularidad del maoísmo fue que en lo organizativo era independiente del aparato burocrático del PCUS (Partido Comunista de la URSS) dominado por Stalin. Los restos del maoísmo son una de las pocas corrientes de la izquierda que mantienen vivo el culto al estalinismo y al propio Stalin.

La lucha entre las masas campesinas y el dictador Chiang

El dictador Chiang no quería la coalición con los comunistas y apostó a barrer la guerrilla campesina y al PC. Desde julio de 1946 desconoció los acuerdos y empezó a presionar con sus ejércitos en las zonas dominadas por el Ejército Popular. Obligado por la ruptura y agresión de Chiang, después de muchas dudas, idas y venidas, el PC asumió el enfrentamiento y ordenó el reparto de tierras. En un proceso de revolución agraria multitudinario, los campesinos pobres fueron mucho más allá de lo que indicaban las ordenanzas que a regañadientes adoptaron en 1946, enfrentando no sólo a los terratenientes (que hasta Mao aceptaba), sino a los campesinos ricos, desatando en el campo la lucha de clases y formando las comunas revolucionarias que imponen su poder en las aldeas.

 

Lejos quedaron los años en que la vestimenta campesina tradicional caracterizaba a los líderes chinos.

 

 

La vida era insostenible para los campesinos pobres. Estaban agobiados por los impuestos (que habitualmente superaban con creces todo lo obtenido en la cosecha) y todo tipo de arbitrariedades. La revolución agraria se puso en marcha en millares de aldeas. Y se sumó la más grande movilización de las mujeres en el siglo XX contra su sumisión. En la cerrada sociedad patriarcal china, gran parte de ellas vivían una situación de semiesclavitud. Se fueron incorporando cada vez más al apoyo a la guerra de guerrillas contra el invasor japonés primero, y luego contra Chiang.(1) Contra las expectativas de éste, hubo una guerra civil que en tres años culminó con su derrota y la toma del poder por Mao.

Triunfó la revolución

“La República Popular China se proclama a fi nes de 1949 como consecuencia de un desarrollo desigual del movimiento de masas: revolución agraria de los campesinos pobres en el norte con sus organismos de poder, las Asociaciones de Campesinos Pobres; revolución contra el feudalismo, el capitalismo burocrático y el imperialismo yanqui en el sur. Los dos procesos están íntimamente ligados, pero la tónica es la señalada. La dirección maoísta hace esfuerzos por mantener la revolución dentro de los marcos de una revolución democrática, sin poderlo lograr por la lógica, justamente, de la revolución socialista en el campo […].

“Al poco tiempo de subir al poder tiene que enfrentar en Corea al imperialismo yanqui. Este enfrentamiento izquierdiza la política del gobierno y lo obliga a lanzarse contra los restos burgueses en el país. Se inician los grandes juicios contra los contrarrevolucionarios y la confi scación o transformación en sociedades mixtas de la mayor parte de las empresas capitalistas de China. […] Es así como China se transforma en un Estado Obrero con profundas deformaciones burocráticas […].” (2)

Esa burocracia (3), que dominó el colosal aparato represivo del Partido Comunista de China, desde comienzos de los setenta comenzó a aproximarse política y económicamente al imperialismo yanqui. En 1978 puso en marcha un proceso de restauración del capitalismo, que, fortalecido por la derrota de la revolución política en 1989 (4), impuso la brutal dictadura capitalista que hoy gobierna el país más poblado del mundo. A eso nos referiremos en la próxima nota. 

 

 

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Las fotos revelan lo que no está evidente en las imágenes.

 

 

1 Jack Belden: China shakes the World. Harpers and Brothers, New York, 1949. 2. Nahuel Moreno: Las revoluciones china e indochina. Pluma, Bs. As., 1973.

3. Véase El Socialista Nº51, 9/11/06.

4. Véase El Socialista Nº137, 3/6/09.

Las conquistas de la revolución

En 1949 la revolución china sacudió al mundo. No era para menos: tenía una población de más de 500 millones de habitantes, en su abrumadora mayoría campesinos muy pobres. La tradición eran las periódicas hambrunas. Gracias a la expropiación de la burguesía y la planifi cación, a pesar de la burocracia y la falta de libertades, cambió por completo la vida del pueblo chino. Decía Nahuel Moreno: “A partir de 1953 se inicia la etapa de la acumulación primitiva socialista. Los logros son verdaderamente espectaculares: la bomba atómica y un progreso constante de su economía, superior a todo lo conocido. Un solo dato: en 1958 China supera a Gran Bretaña y Alemania Occidental para transformarse, con 270 millones de toneladas, en el tercer productor de carbón del mundo. China se benefi cia de la existencia de la URSS y de los otros estados obreros, no sólo por la ayuda -que por amplia que fuera siempre sería mezquina- sino por el ejemplo de los Planes Quinquenales.” (Las revoluciones …, ya citado).

Lo más importante fueron los logros sociales. En la década del sesenta, era común escuchar que “casi mil millones de chinos habían logrado comer un tazón de arroz, tener un reloj y una bicicleta”. A fi nes de los setenta el consumo medio de alimentos (en calorías) estaba un poco por encima de la media mundial y por encima de 14 países americanos. El 96 por ciento de los niños estaban escolarizados (con menos del 50% incluso en 1952). En ese período, prácticamente se había duplicado la población. Además, en 1949, la esperanza de vida al nacer era de 35 años, y había subido a 68 en 1982. (Datos Eric Hobsbawm: Historia del siglo XX).

China volvió al capitalismo

La conducción burocrática y represiva del Partido Comunista china comenzó en los setenta la apertura hacia la restauración del capitalismo. Las masas fueron perdiendo las conquistas de la revolución y se volvió a una brutal diferenciación social, la superexplotación capitalista y la subordinación al imperialismo.  

En la nota anterior 1 señalábamos los profundos cambios que se lograron en la China gracias al triunfo de la revolución en 1949. Con la expulsión del imperialismo, la expropiación de los terratenientes y la gran burguesía y la planificación económica, comenzaron a mejorar las condiciones de vida de las masas rurales y urbanas. Había surgido lo que los trotskistas denominamos un estado obrero burocrático. En los sesenta, los aparatos obreros burocráticos más poderosas del mundo se dividieron. Con el discurso de la “coexistencia pacífica” y la construcción del “socialismo real” el PC de la URSS, y el combate al “socialimperialismo” de Kruschev y la reivindicación de Stalin el chino, ambas burocracias siguieron alejándose de cualquier perspectiva de lucha por el socialismo mundial y fortaleciendo sus vínculos con el imperialismo.

La responsabilidad política de los chinos en primer lugar, y también de los soviéticos, en la feroz derrota de la revolución en Indonesia, en 1965, fue una prueba más del carácter contrarrevolucionario de ambos aparatos. Adormecieron a las masas apoyando al régimen burgués de Sukarno, hasta que éste fue aplastado por un golpe militar (el Yakartazo) y fueron masacrados centenares de miles de trabajadores y campesinos. 

Las reformas económicas de 1978

En la década de los setenta, los gobiernos de todos los estados obreros burocráticos comenzaron a abrir sus economías a la inversión capitalista y fueron aumentando cada vez más sus relaciones con Europa Occidental, Estados Unidos y Japón. En China esta situación se dio junto con relaciones diplomáticas de alto nivel y la visita del presidente Nixon a Pekín en 1972, recibido con honores por el propio Mao Tse Tung.

Mientras mantenía el régimen totalitario del partido único y la total falta de libertades, la burocracia china iba a poner en marcha un proceso de restauración y semicolonización del país. Bajo la presidencia de Deng Xiao Ping (Mao falleció en 1976), se inició en diciembre de 1978 una “modernización” bajo la consigna de “ser rico es glorioso”. En el campo (la mayoría de la población) se inició la descolectivización de las tierras. Diez años después existían 70 mil mercados agrícolas de comercialización privada. Este proceso incrementó la miseria y la corrupción. Las estimaciones actuales dan cuenta de que la población rural (800 millones en este siglo, unos dos tercios del total) tiene un PBI de 350 dólares per cápita.2

Se fue desmontando la planificación económica y abandonando el control estatal del comercio exterior. Se fueron instalando “zonas económicas especiales”, primero sobre la costa, en las cuales comenzó una oleada de instalación de fábricas de las multinacionales (una especie de maquilas), autorizadas a comprar y vender en forma directa en el extranjero, y avanzaron las privatizaciones. El “milagro” chino se había puesto en marcha: instalar la superexplotación capitalista de una mano de obra superbarata, formada por cientos de millones de campesinos pobres que huían de la miseria rural para caer en una semiesclavitud capitalista urbana, al servicio de los burócratas, los nuevos empresarios y el imperialismo, especialmente el yanqui.

La burocracia del PC chino imponía este tremendo retroceso en nombre del “socialismo a la china” y con enormes carteles con Marx y Lenin en sus congresos. Deng tenía un defensor ampliamente conocido. Decía Fidel Castro en 1985: “Yo no pienso que los chinos hayan renunciado a sus objetivos socialistas, e incluso diría que, a mi entender, muchas de esas reformas son compatibles con una concepción socialista”. 3 En las revistas especializadas y la prensa mundial comenzó a aparecer el “caso chino” para argumentar a favor del mercado y las privatizaciones, y seguir denigrando a ese falso “sistema socialista” de los burócratas. 

La derrota de Tiananmen aceleró la restauración

En 1989 se produjo una gran rebelión estudiantil en Pekín y muchas otras ciudades chinas. Desde dos años antes crecía el descontento y las protestas contra las reformas capitalistas, que provocaban inflación, caída de los salarios, la aparición de la desocupación (combinada con el permanente éxodo rural) y una corrupción galopante. A medidados de 1989 estalló una revolución contra las reformas. Los estudiantes no se movilizaron a favor del capitalismo. Era una revolución política, no social, que iba contra la dictadura del PC chino y su política restauracionista. En las grandes manifestaciones de fin de mayo (llegaron a juntarse 700.000 personas) y comienzo de junio se cantaba la Internacional, se vivaba al PC exigiendo cambios, y hubo apoyo y participación de los trabajadores en la capital y otras ciudades. El 4 de junio hubo una sangrienta represión cuando el ejército cargó contra la multitud reunida en la Plaza Tiananmen. Se estimó una cifra de 3.000 muertos (otros denunciaron hasta 10.000). El gobierno solo reconoció 200, y 3.000 heridos. Tiempo después surgió la organización Madres de Tiananmen, que denuncian el asesinato de sus hijos. Fue un golpe contrarrevolucionario, una derrota que le permitió a la dictadura seguir consolidando la restauración capitalista.

¿Potencia mundial o una maquila pobre y gigantesca?

China tuvo el mayor crecimiento económico del mundo entre 1988 y 1998, con un promedio anual entre el 12 y el 14%. Luego comenzó a descender, pero manteniéndose entre los más altos del mundo. Se fue instalando la visión de una China potencia mundial e imparable, alimentada ahora por el relativamente “buen desempeño” de su economía en medio de la crisis aguda que sacude al mundo desde 2008 (la pagan los obreros y campesinos, con despedidos y la caída de los salarios).

No es esa la realidad. No se ha dado un alto desarrollo de tecnología, y el crecimiento se apoya fundamentalmente en la superexplotación masiva de millones, con salarios promedio de 60 o 70 dólares mensuales, y una importante inversión extranjera. Esto ha permitido un gran crecimiento de la exportación de productos de bajo costo, en primer lugar a Estados Unidos, pero que se desparraman por todo el mundo. Se han desarrollado muchas ciudades nuevas, y una clase media con buen poder adquisitivo, pero la mayor parte de la población sigue en la miseria rural o sufre condiciones de semiesclavitud en el trabajo fabril. Un dato: China figura como una de las principales potencias económicas del mundo, pero “en el reparto del ingreso por habitante (PBI per cápita) cae al puesto 132, detrás de Samoa y Tonga (La Nación, 31/12/05).

El PC chino, que desde el 2002 incluye a los “camaradas capitalistas”, es decir, los nuevos empresarios, ha convertido al país en uno de los más desiguales del mundo, y de mayor represión. Según la revista Forbes, China ocupa el segundo lugar (el primero lo tiene EE.UU., con 415) en la lista de multimillonarios, con 66, mientras que otras fuentes hablan de 100. Habría unas 320.000 personas con un capital mayor al millón de dólares. Habría unos 10.000 con más de 10 millones. Un grupo menor supera los mil millones. Seis de las diez mujeres más ricas del mundo son chinas. Yang Huiyan, de Country Garden, tiene 16.000 millones de dólares, más que George Soros.

Entre los trabajadores y los campesinos se vienen dando oleadas de resistencia contra la explotación capitalista y la represión. Hay que apoyar todas las expresiones de esta resistencia, hasta lograr el derrocamiento de la dictadura del PC, y seguir la lucha por imponer un gobierno socialista de los trabajadores y campesinos chinos, que retome el camino iniciado en 1949, con un programa revolucionario y con una auténtica democracia obrera. 

1. El Socialista Nº 147. Veanse otras notas en ES Nº 51 y 137.

2. Estos y otros datos en “China, ¿«socialismo de mercado»?”, por Miguel Sorans, en Correspondencia Internacional Nº 25, junio 2008.

3. Le Monde Diplomatique, 9/85, citado en “China, ¿vuelve al capitalismo?”, Correo Internacional Nº 13, octubre de 1985. 

¡Abajo la dictadura capitalista del PC Chino!

Muy pocas voces en el mundo denuncian a la siniestra dictadura del PC chino. Y mucho menos desde la izquierda, el “progresismo” o el chavismo. Los hermanos Fidel y Raúl Castro desde Cuba y el presidente venezolano Hugo Chávez se deshacen en alabanzas a Hu Jin Tao y su régimen. Se suman a la increíble mentira del “socialismo de mercado” y esconden la represión, la prohibición del derecho de huelga y de formar organizaciones sindicales o estudiantiles que no sean los oficiales de la dictadura y de la utilización de Internet. La empresa Yahoo ha entregado datos de activistas a la policía. El gobierno yanqui premió la sumisión del gobierno chino dándoles un puesto de primera línea en el Banco Mundial, además de mantener su status de relaciones económicas privilegiadas.

La Unidad Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI), a la cual adhiere Izquierda Socialista, llama a la más amplia unidad de acción para apoyar a la resistencia de las masas chinas en su lucha por libertades y para acabar con la dictadura capitalista en China.

 

 

La otra versión:

 

(este artículo fue duramente criticado por la mayoría de los comentaristas del mismo, se pueden ver los mismos en el enlace del título)

China celebra los 60 años de una revolución socialista




Hu Jintao pide unidad para garantizar el desarrollo de China

El presidente chino, Hu Jintao, ha pedido unidad al pueblo, a las fuerzas armadas y al Partido Comunista para construir un país "fuerte, democrático y con un socialismo modernizado" y ha destacado que sólo la reforma y la apertura garantizarán el desarrollo de China.

GARA

BEIJING-. Un espectacular desfile en la plaza Tiananmen y alrededores en el que militares de las tropas chinas han exhibido su más moderno armamento ha sido el principal acto conmemorativo del 60 aniversario de la creación de la República Popular de China, en presencia de más de 100.000 personas.

Junto a la puerta de Tiananmen, en cuyo balcón Mao Zedong proclamó el 1 de octubre de 1949 la creación de la República Popular de China, 8.000 soldados de élite, 150 cazas de última generación y cerca de 500 vehículos de combate han formado ante los líderes comunistas.

El espectáculo, que China celebró anteriormente sólo en los años 50, en 1984 y en 1999, ha tenido lugar en una ciudad tomada por las fuerzas de seguridad y cuyo centro permanece completamente cerrado a los ciudadanos de a pie durante todo el día de hoy.

El el discurso que ha pronunciado desde el mismo balcón que ocupó Mao hace 60 años, el presidente chino, Hu Jintao, ha señalado que "sólo la reforma y la apertura pueden garantizar el desarrollo de China".

"El desarrollo y el progreso de la nueva China en los últimos 60 años demuestran plenamente que sólo el socialismo puede salvar China", ha afirmado el mandatario, que ha estado acompañado del ex presidente Jiang Zemin y los ocho miembros del Comité Político del Partido Comunista.

"Hoy en día, una China socialista se abraza a la modernización, se abraza al mundo y se abraza a los retos del futuro de forma noble y firme", ha proclamado.

Hu Jintao ha recordado que la historia demuestra que China "nunca ha tenido todo el viento en popa" para alcanzar su actual nivel de desarrollo, pero "un pueblo que pone su destino en sus propias manos y actúa unido supera todas las dificultades y obstáculos y alcanza grandes logros históricos".

China se enfrenta, según ha dicho, a "perspectivas brillantes e infinitas", y por ello ha instado al Partido Comunista, a las fuerzas armadas y a los pueblos de todas las comunidades étnicas a unirse más estrechamente para "construir un país rico, fuerte, democrático, civilizado, armonioso y con un socialismo modernizado", con el fin de contribuir al "rejuvenecimiento de la gran nación china".

Junto a ello, el presidente chino ha pedido al país que siga adelante con sus esfuerzos para, mediante "los principios de la reunificación pacífica y de ’un país, dos sistemas’, mantener a largo plazo la prosperidad de Hong Kong y Macao y avanzar el desarrollo de unas relaciones pacíficas a través del Estrecho de Taiwan".

En limusina "Bandera Roja"

Antes de ello, ataviado con un traje estilo Mao, Hu Jintado ha pasado revista a los soldados en una limusina Hong Qi ("Bandera Roja"), el mismo modelo de vehículo que trasladó a Mao y a su familia, pero por primera vez con todas sus piezas fabricadas en el país asiático.

Tras el desfile, un espectáculo con 180.000 personas (entre ellas 80.000 niños y niñas) ha ofrecido un mosaico de color, bailes tradicionales y cultura china.


Los 60 años de la China Popular

Xulio Ríos
Rebelión

Todo está dispuesto en Pekín para conmemorar el sexagésimo aniversario de la fundación de la República Popular China. A la par de un vasto programa de actividades en todos los órdenes, sorprende la intensidad de la celebración, que alcanza todos los rincones de la ciudad, así como la obsesión por la seguridad, agravada tras los sucesos de Xinjiang, con un despliegue incluso superior al organizado con motivo de los JJOO de 2008.

A su regreso de las cumbres de la ONU y el G20, Hu Jintao presidirá los actos de Tiananmen. La reunión de otoño del Comité Central, celebrada del 15 al 18 de septiembre, ha dado el tono de lo que será su discurso conmemorativo, en un momento en que se multiplican las alertas sobre las insuficiencias de la recuperación económica global y las dificultades propias, que desde la economía trascienden a la estabilidad social y política. La meta de crecimiento para este año (8%) parece alcanzable después del incremento registrado en el segundo trimestre (7,9%), pero es consecuencia esencial de la fuerte dosis de inyección pública en la economía y no de la recuperación de su dinamismo intrinseco.

¿Cual es el mapa de esos desafíos? Destacaría los siguientes. En lo económico, lo primero es la crisis y sus efectos. A la vista de los datos de crecimiento en lo que va de año, el gobierno chino ha logrado capear el temporal, pero las autoridades insisten en que todo puede ser un mero espejismo si no se atajan los desequilibrios y problemas estructurales. Y eso nos lleva a lo segundo, el cambio en el modelo de desarrollo, que supone un enorme reto, sólo equivalente a la transformación operada en la economía china al inicio de la reforma y apertura. En lo social, se trata de completar las innovaciones que Hu Jintao ha introducido desde 2005, con especial énfasis en la mejora general de los servicios de salud, educación y otras pestaciones sociales. En lo político, destacan tres variables. Primera, las tensiones territoriales, con el protagonismo de nacionalidades minoritarias como la tibetana o la uigur, bien lejos de apaciguarse. Segunda, el control del proceso por parte del PCCh y su objetivo democratizador, cuyas aristas están aún por definir (en Nanjing se celebraron recientemente las primeras elecciones directas de los comités del partido en algunos barrios). Tercera, la transición a la quinta generación de dirigentes, con la mirada puesta en 2012, cuando Hu Jintao debe abandonar su cargo. En el plano exterior, con una agenda generosa y compleja, el asunto más delicado será cómo encarar la nueva diplomacia de Obama cuando parece instalarse una dinámica dual: todo sonrisas en el plano institucional, mientras se multiplican los palos en las ruedas en el día a día.

Las seis décadas transcurridas ilustran a las claras la senda de una transformación que con sus sombras y altibajos ha fortalecido las capacidades del país en todos los órdenes. El PCCh, principal artífice de ese cambio, vive en el ojo del huracán, acaparando el reconocimiento por el éxito, pero ante el temor a ser victima de él. Los llamados a la lucha contra la corrupción son constantes, porque su magnitud ha crecido exponencialmente en los últimos años y amenaza seriamente con dañar su credibilidad. Sorprende contemplar en la televisión china la multitud de series donde se da cuenta de los inmensos sacrificios realizados por los comunistas chinos para lograr llegar al 1 de octubre de 1949, y sorprende, sobre todo, porque los militantes del PCCh de hoy viven en las antípodas de tanta abnegación y cualquier signo de heroísmo en su trayectoria constituye una anécdota ausente.

El intento de reforzar la legitimidad de los actuales gobernantes con semejante discurso virtual puede, al contrario, exacerbar los ánimos, al constatar que sus herederos se han apropiado indebidamente de trayectorias bien alejadas de la voluntad de “servir al pueblo” que profesaban los protagonistas de la Larga Marcha y otros episodios épicos.

La triple representatividad ideada por Jiang Zemin para que el PCCh pudiera atraer a sus filas a los nuevos sectores sociales emergentes y la gangrena que asedia sus estructuras territoriales amenazan la identidad y naturaleza de un PCCh que insiste en mantener el control directo de las principales empresas y los principales sectores estratégicos de la economía nacional. Nadie sabe si el “desarrollo científico” que promueve Hu Jintao puede acabar diluyendo estas últimas fronteras.

Entre la protodemocracia y el neoautoritarismo, el populismo paternalista chino debate en torno a la construcción de su democracia, cuidando de evitar la apertura de flancos de debilidad que erosionen su poder, pero a sabiendas de que el inmovilismo es la peor de las soluciones posibles.

Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

El Guardaespalda de Hitler Estuvo Casado Con Una Judía

A 70 años de uno de las peores masacres de la historia humana, la que dio origen al concepto de Genocidio, siguen saliendo secretos del círculo íntimo del líder de los locos nazis, Adolf Hitler. Esta vez la BBC revela hasta qué punto llegaba la hipocrecia racial en el régimen nazifascista:

 

"Vi a Hitler muerto"

 

Brigitta y sus padres

Él estuvo encarcelado durante buena parte de la niñez de Brigitta.

En su hogar en la campiña de Baviera, en Alemania, Brigitta Jacob-Engelken me muestra fotos de su infancia.

Una de las fotografías es sorprendente. Es ella en un cochecito.

Nada hay de especial a primera vista... hasta que te enteras de la procedencia del coche: un regalo de la amante de Adolfo Hitler.

"Mi madre lo recibió de Eva Braun", me dice Brigitta. "Y también ropa".

La razón de estos regalos es que el padre de Brigitta, Rochus Misch, era parte del círculo íntimo de Hitler al trabajar en la unidad de las SS encargada de la seguridad del Führer en los puestos de guardaespaldas, mensajero y operador telefónico.

Él se encontraba en el búnker donde Hitler se suicidó.

Brigitta sólo posee una fotografía de su padre cargándola cuando ella era una bebé. Abruptamente, el rostro de él desaparece de los álbumes familiares.

Esto se debió a que al escapar del búnker fue capturado por el Ejército Rojo. Junto con otros cientos de miles de prisioneros de guerra alemanes fue enviado a los gulags soviéticos.

"Fui una niña sin padre", recuerda Brigitta. "Yo sabía que tenía padre y que estaba preso. Pero había muchos otros niños cuyos padres también estaban presos e iban volviendo poco a poco".

De vuelta

Brigitta recuerda cómo la radio emitía listas de prisioneros que habían sido liberados en Rusia y se encontraban en el camino de regreso. Su madre solía sentarse en las noches a escuchar si se mencionaba el nombre de Rochus.

Brigitta

El cochecito fue un regalo de la amante de Hitler.

"Su nombre nunca se mencionaba y mi madre lloraba".

Entonces, en la Noche Vieja de 1953, un taxi se paró frente a la puerta de su casa. Tocaron el timbre.

"Mi abuela abrió la puerta y comenzó a llorar. ’Rochus ha vuelto".

Nos levantamos de un tirón y fuimos hacia la puerta. Recuerdo que salté a sus brazos. Al principio fue feliz porque sentía que mi familia estaba completa. Fue algo muy emocional.

"Me decepcionó que él no vistiera una de esas chaquetas soviéticas que veía en las películas. Él llevaba traje y abrigo y sombrero normales como se usaba en la época.

"Cuando abrió su maleta comencé a buscar monedas rusas. Yo buscaba rastros de Rusia. No podía entender que él se sintiera feliz de no tener ese tipo de monedas en su maleta".

Raíces judías

La alegría inicial de tener a su padre de vuelta pronto se evaporó.

Brigitta Jacob-Engelken

Brigitta Jacob-Engelken

"No culpo a mi padre del trabajo que hizo porque fue inofensivo".

Padre e hija parecían tener poco en común. Discutían. Luego, la abuela materna de Brigitta reveló un secreto sorprendente: la madre de Brigitta era judía.

"Mi abuela me dijo: ’Creo que es bueno mantener las raíces. Pero no se lo digas a tu madre. Ella no quiere saber nada de eso".

Misch se negó a aceptar el origen de su esposa.

"Todavía dice: ’No, no voy a creerlo’. Pero yo lo sé por mi abuelita".

Brigitta aprendió hebreo y pasó un tiempo en un kibbutz en Israel. De regreso en Alemania hizo carrera como arquitecta, y entre sus proyectos figuró la restauración de sinagogas.

Su padre tiene ahora 92 años. Vive en Berlín, a 800 kilómetros de ella. Durante mucho tiempo él mantuvo silencio sobre su pasado.

Ahora habla abiertamente sobre los cinco años que pasó en el séquito de Hitler trabajando para "el jefe".

"No culpo a mi padre del trabajo que hizo porque fue inofensivo", expresa Brigitta.

"Lo que no entiendo es que no muestre señales de que se distancia (de su pasado). La reflexión posterior. Eso es lo que extraño. Su reflexión crítica".

Sin embargo, Brigitta estima que las historias de su padre sobre el búnker tienen una utilidad.

"Creo que tiene algún valor poder escuchar cómo era el círculo íntimo de Hitler. Y estar seguros de que Hitler murió. Mi padre es alguien que puede decir: ’Yo lo vi muerto".