La Visión Social de la Historia Argentina (Anarquismo, Socialismo, Peronismo)
Del Poder Virreinal a La Expresión Popular
En la revista 2010-Dosmildiez que publica la Editorial Punto de Encuentro, el periodista Juan Manuel Fonrouge realizó el desafío de entrevistar a estos dos originales intelectuales contemporáneos, Felipe Pigna y Norberto Galasso. Ambos son reconocidos por no refugiarse en la elitista esfera que ha caracterizado el pensamiento académico y que en el presente, a 200 años de 1810, asumen nuestra historia desde lo que denominan, “el palpitante presente de nuestro pueblo”. Aquí un extracto puntual de ese diálogo.
Juan Manuel Fonrouge / Periodista-Investigador
--¿Concibe los hechos de Mayo de 1810 como una revolución? ¿Por qué la declaración de la independencia se produce 6 años más tarde?
Norberto Galasso: Los sucesos de Mayo de 1810 son una revolución en tanto el poder pasa del virrey, representante del absolutismo, a una Junta que expresa al pueblo. Es una revolución democrática, a semejanza en lo fundamental, a la Revolución Francesa. No es separatista, ni antiespañola en 1810. La interpretación más correcta, la da Juan B. Alberdi en “Grandes y pequeños hombres del Plata”: “La revolución argentina es un detalle de la revolución de América, como ésta es un detalle de la de España, como ésta es un detalle de la revolución francesa y europea [...] La revolución de América no era más que una faz de la revolución de España, como lo era ésta de la revolución francesa, como ésta misma lo era de la transformación porque pasa la Europa desde tres siglos”.
Mitre inventó una revolución de Mayo antiespañola, separatista, por el comercio libre (implícitamente pro británica) para legitimar su política de 1862. Hoy, inclusive los profesores de la línea de Halperín Donghi –como Luis A. Romero y José Carlos Chiaramonte- admiten que no comparten la versión de la Historia mitrista sobre Mayo. Chiaramonte sostiene que ya nadie da validez a la fábula de “la máscara de Fernando VII”, con la cual se intenta justificar el voto de la Primera Junta del 26 de mayo de obediencia a Fernando VII; sin embargo, el Departamento de Historia del Colegio Nacional Buenos Aires persiste en aceptarla. L. A. Romero, por su parte, afirma que Mitre “inventó” esa historia pero que debe procederse con cuidado porque es un “factor de cohesión de la nacionalidad” (Diario Clarín, 24/5/2002). Considero, por el contrario, que es un factor de colonialismo mental, legitimador de la influencia inglesa a partir de 1862.
La verdad histórica es la de Alberdi. La revolución popular española, del 2 de mayo 1808, donde constituye Juntas en nombre de Fernando VII, declara provincias a las colonias (22/1/1809) y convoca a que en América procedan de igual modo, democratizándose. (Por eso, entre 1809 y 1811,se producen los alzamientos en Hispanoamérica, en casi todos los casos, a nombre de Fernando VII). Por esta razón, hay españoles en la Junta y en el 2º Triunvirato. Por eso French y Beruti reparten estampas con la cara de Fernando VII (“Diario de un Testigo”) y por eso flamea la bandera española en el Fuerte hasta 1814.
Cuando la revolución democrática española es derrotada en 1814 y se vuelve al absolutismo, anulando la Constitución democrática de 1812, reponiendo la Inquisición, etc., se hace necesaria la ruptura (Carta de Posadas a San Martín, del 18/7/1814). La independencia, para no recaer bajo el absolutismo, resulta entonces urgente pues ahora España mandará dos flotas para recuperar “sus” colonias.
La revolución española de 1808 fue nacional (contra el invasor napoleónico) y se hizo democrática en la lucha, al constituir Juntas Populares que confiaron en que FernandoVII era progresista (estaba enfrentado con su padre, Carlos IV). La revoluciones americanas fueron inicialmente democráticas (antiabsolutistas) como prolongación de aquella y se hicieron luego nacionales, es decir, independentistas, cuando fracasa la revolución democrática en España. Por esta razón, hay seis años de diferencia entre los sucesos de mayo y el 9 de julio de 1816 en Tucumán, donde se declara la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica.
Felipe Pigna: Claramente fue una revolución al comienzo, un proceso revolucionario que va a durar bastante tiempo, que tuvo marchas y contramarchas. Las demoras de la declaración de la Independencia tienen que ver con las presiones británicas, por su condición de aliado de España, de hecho desde el primer día de la Revolución, Inglaterra presiona para que siga diciendo que ésto es en nombre de Fernando VII, y que no se adopte una actitud independentista que la pondría a Inglaterra en una situación incómoda por ser aliada de España en la guerra contra Napoleón. En ese momento, era la potencia que estaba acompañando a la resistencia Española contra Napoleón, de manera tal que no podía aparecer apoyando a movimientos independentistas. Todos sospechaban que los ingleses acompañaban clandestinamente esto pero no podía haber un documento inglés apoyando la independencia de Manuel Belgrano. De hecho, el reconocimiento va a llegar recién en 1825.
Clase obrera: anarquismo y peronismo
--¿Cuál fue el rol del anarquismo y del peronismo, de la clase trabajadora organizada, en nuestra historia? ¿Cuál ha sido su legado para el presente?
FP: El anarquismo fue la primera de las identidades del movimiento obrero argentino. Tienen que ver con una postura muy dura frente a lo que vivía la masa inmigratoria. En su mayoría, la base del anarquismo es el inmigrante decepcionado por las promesas incumplidas por el Estado argentino; vivían en condiciones miserables, en conventillos, trabajaban sin ningún tipo de legislación. La idea de un ataque al Estado, frontal, parecía un programa interesante para aquella gente que estaba tan decepcionada por todo aquello que le habían prometido y no habían cumplido. Finalmente, el anarquismo tiene un alto nivel de popularidad entre los sectores obreros hasta la década del XX, hasta la Semana Trágica, por lo menos, y después en algunos episodios aislados como el de la Patagonia.
El rol del peronismo tiene que ver con los cambios estructurales que se dan en la Argentina, a partir de los años ’30, con la irrupción de un nuevo movimiento obrero con distintas lealtades, que no tiene tanta conexión con el pasado izquierdista, sino en la conformación más vinculada a las tradiciones agrarias producto de las migraciones internas. Ahí aparece un sector militar con sensibilidad social y cierta preocupación. Sensibilidad social porque han vivido en el interior de los cuarteles y han visto la miseria Argentina de la Década Infame. Hay toda una producción de literatura médica al respecto, del desastre social de la Argentina de los años 30.
A la vez, una preocupación por el posible flujo comunista en Argentina. Hay una idea de emergencia de la acción social, y el que mejor entiende ésto es Perón. Es difícil definirlo: tiene algunas ideas de la derecha, del fascismo, de la doctrina social de la Iglesia, ideas claramente capitalistas vinculadas al New Deal de Roosevelt, es una ideología compleja. Se adapta muy bien al nuevo componente del movimiento obrero argentino y desplaza a la izquierda que hasta ese momento era monopólica en la conducción obrera en nuestro país, aclarando que hubo de parte de aquel gobierno que integraba Perón, represión hacia ese movimiento de obreros de izquierda. Es importante agregar que también hubo de parte de la izquierda una enorme torpeza en cómo manejó su política: se alió con la Sociedad Rural, con la Unión Industrial, con la embajada norteamericana, todo lo que fue la Unión Democrática, lo cual le hizo perder la batalla en ese momento.
NG: El rol del anarquismo en la Argentina fue expresar los reclamos de los trabajadores, principalmente inmigrantes, artesanales (pintores, yeseros, cloaquistas, plomeros, ebanistas, ‘maestros’ panaderos’, ‘maitres’ gastronómicos, zapateros, en su mayor parte, dueños de sus nstrumentos de trabajo). Los anarquistas constituyen el embrión de las luchas sociales con mayor energía y combatividad que los socialistas en los conflictos desde los años ‘80, siendo duramente reprimidos. Decaen hacia los años ‘20 y desaparece su influencia cuando se produce el desarrollo industrial sustitutivo de importaciones a partir de 1935. Heroicos, éticos, generosos, no entendieron sin embargo, que en la Argentina y América Latina había una cuestión nacional pendiente y así fueron mitristas en historia, liberales en economía, antiestatistas, antinacionales en tanto internacionalistas, jugando al todo o nada, a la acción directa de la bomba, embistiendo contra la patria, la Iglesia y el Ejército como enemigos principales. Aquí debieron relativizar esos planteos que traían de España, Italia o el viejo imperio de los zares, y advertir la importancia de la dependencia y por ende, de los movimientos nacionales. De ahí su frustración en un país donde el irigoyenismo y el peronismo constituyeron movimientos populares de gran protagonismo popular, que no fueron comprendidos por los anarquistas.
De la historia del anarquismo rescato sus posiciones antiburocráticas, su espíritu de lucha, su coraje militante, su conducta ética. Lo rescatable del peronismo es la reivindicación de la justicia social y especialmente la incorporación de los trabajadores a un frente nacional, como columna fundamental de la lucha antiimperialista. También cabe señalar que mientras el peronismo, en su experiencia de lucha contra la clase dominante y los intereses externos, fue creando un contradiscurso respecto a las ideas dominantes (a través de Jauretche, Scalabrini Ortiz, Hernández Arregui y otros), el anarquismo- al igual que el Partido Socialista- sólo lo hizo en los rasgos generales de la crítica al capitalismo, pero no en cuanto cuestionamiento de la historia, la economía, la política y la cultura dominantes, tarea que inicia FORJA, en 1935, cuando el anarquismo agoniza.
El peronismo expresa los anhelos de la clase trabajadora industrial, es decir, los obreros, a partir de la llegada del coronel Perón al Departamento Nacional del Trabajo, en 1943. Esos trabajadores industriales se constituyen en columna fundamental del frente policlasista surgido el 17 de octubre de 1945 y esa adhesión a las tres banderas del peronismo perdura en los trabajadores durante el gobierno de Perón, durante los dieciocho años de proscripción, y aún hoy queda como poderoso sentimiento de la tradición del protagonismo popular.
Norberto Galasso: Los sucesos de Mayo de 1810 son una revolución en tanto el poder pasa del virrey, representante del absolutismo, a una Junta que expresa al pueblo. Es una revolución democrática, a semejanza en lo fundamental, a la Revolución Francesa. No es separatista, ni antiespañola en 1810. La interpretación más correcta, la da Juan B. Alberdi en “Grandes y pequeños hombres del Plata”: “La revolución argentina es un detalle de la revolución de América, como ésta es un detalle de la de España, como ésta es un detalle de la revolución francesa y europea [...] La revolución de América no era más que una faz de la revolución de España, como lo era ésta de la revolución francesa, como ésta misma lo era de la transformación porque pasa la Europa desde tres siglos”.
Mitre inventó una revolución de Mayo antiespañola, separatista, por el comercio libre (implícitamente pro británica) para legitimar su política de 1862. Hoy, inclusive los profesores de la línea de Halperín Donghi –como Luis A. Romero y José Carlos Chiaramonte- admiten que no comparten la versión de la Historia mitrista sobre Mayo. Chiaramonte sostiene que ya nadie da validez a la fábula de “la máscara de Fernando VII”, con la cual se intenta justificar el voto de la Primera Junta del 26 de mayo de obediencia a Fernando VII; sin embargo, el Departamento de Historia del Colegio Nacional Buenos Aires persiste en aceptarla. L. A. Romero, por su parte, afirma que Mitre “inventó” esa historia pero que debe procederse con cuidado porque es un “factor de cohesión de la nacionalidad” (Diario Clarín, 24/5/2002). Considero, por el contrario, que es un factor de colonialismo mental, legitimador de la influencia inglesa a partir de 1862.
La verdad histórica es la de Alberdi. La revolución popular española, del 2 de mayo 1808, donde constituye Juntas en nombre de Fernando VII, declara provincias a las colonias (22/1/1809) y convoca a que en América procedan de igual modo, democratizándose. (Por eso, entre 1809 y 1811,se producen los alzamientos en Hispanoamérica, en casi todos los casos, a nombre de Fernando VII). Por esta razón, hay españoles en la Junta y en el 2º Triunvirato. Por eso French y Beruti reparten estampas con la cara de Fernando VII (“Diario de un Testigo”) y por eso flamea la bandera española en el Fuerte hasta 1814.
Cuando la revolución democrática española es derrotada en 1814 y se vuelve al absolutismo, anulando la Constitución democrática de 1812, reponiendo la Inquisición, etc., se hace necesaria la ruptura (Carta de Posadas a San Martín, del 18/7/1814). La independencia, para no recaer bajo el absolutismo, resulta entonces urgente pues ahora España mandará dos flotas para recuperar “sus” colonias.
La revolución española de 1808 fue nacional (contra el invasor napoleónico) y se hizo democrática en la lucha, al constituir Juntas Populares que confiaron en que FernandoVII era progresista (estaba enfrentado con su padre, Carlos IV). La revoluciones americanas fueron inicialmente democráticas (antiabsolutistas) como prolongación de aquella y se hicieron luego nacionales, es decir, independentistas, cuando fracasa la revolución democrática en España. Por esta razón, hay seis años de diferencia entre los sucesos de mayo y el 9 de julio de 1816 en Tucumán, donde se declara la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica.
Felipe Pigna: Claramente fue una revolución al comienzo, un proceso revolucionario que va a durar bastante tiempo, que tuvo marchas y contramarchas. Las demoras de la declaración de la Independencia tienen que ver con las presiones británicas, por su condición de aliado de España, de hecho desde el primer día de la Revolución, Inglaterra presiona para que siga diciendo que ésto es en nombre de Fernando VII, y que no se adopte una actitud independentista que la pondría a Inglaterra en una situación incómoda por ser aliada de España en la guerra contra Napoleón. En ese momento, era la potencia que estaba acompañando a la resistencia Española contra Napoleón, de manera tal que no podía aparecer apoyando a movimientos independentistas. Todos sospechaban que los ingleses acompañaban clandestinamente esto pero no podía haber un documento inglés apoyando la independencia de Manuel Belgrano. De hecho, el reconocimiento va a llegar recién en 1825.
Clase obrera: anarquismo y peronismo
--¿Cuál fue el rol del anarquismo y del peronismo, de la clase trabajadora organizada, en nuestra historia? ¿Cuál ha sido su legado para el presente?
FP: El anarquismo fue la primera de las identidades del movimiento obrero argentino. Tienen que ver con una postura muy dura frente a lo que vivía la masa inmigratoria. En su mayoría, la base del anarquismo es el inmigrante decepcionado por las promesas incumplidas por el Estado argentino; vivían en condiciones miserables, en conventillos, trabajaban sin ningún tipo de legislación. La idea de un ataque al Estado, frontal, parecía un programa interesante para aquella gente que estaba tan decepcionada por todo aquello que le habían prometido y no habían cumplido. Finalmente, el anarquismo tiene un alto nivel de popularidad entre los sectores obreros hasta la década del XX, hasta la Semana Trágica, por lo menos, y después en algunos episodios aislados como el de la Patagonia.
El rol del peronismo tiene que ver con los cambios estructurales que se dan en la Argentina, a partir de los años ’30, con la irrupción de un nuevo movimiento obrero con distintas lealtades, que no tiene tanta conexión con el pasado izquierdista, sino en la conformación más vinculada a las tradiciones agrarias producto de las migraciones internas. Ahí aparece un sector militar con sensibilidad social y cierta preocupación. Sensibilidad social porque han vivido en el interior de los cuarteles y han visto la miseria Argentina de la Década Infame. Hay toda una producción de literatura médica al respecto, del desastre social de la Argentina de los años 30.
A la vez, una preocupación por el posible flujo comunista en Argentina. Hay una idea de emergencia de la acción social, y el que mejor entiende ésto es Perón. Es difícil definirlo: tiene algunas ideas de la derecha, del fascismo, de la doctrina social de la Iglesia, ideas claramente capitalistas vinculadas al New Deal de Roosevelt, es una ideología compleja. Se adapta muy bien al nuevo componente del movimiento obrero argentino y desplaza a la izquierda que hasta ese momento era monopólica en la conducción obrera en nuestro país, aclarando que hubo de parte de aquel gobierno que integraba Perón, represión hacia ese movimiento de obreros de izquierda. Es importante agregar que también hubo de parte de la izquierda una enorme torpeza en cómo manejó su política: se alió con la Sociedad Rural, con la Unión Industrial, con la embajada norteamericana, todo lo que fue la Unión Democrática, lo cual le hizo perder la batalla en ese momento.
NG: El rol del anarquismo en la Argentina fue expresar los reclamos de los trabajadores, principalmente inmigrantes, artesanales (pintores, yeseros, cloaquistas, plomeros, ebanistas, ‘maestros’ panaderos’, ‘maitres’ gastronómicos, zapateros, en su mayor parte, dueños de sus nstrumentos de trabajo). Los anarquistas constituyen el embrión de las luchas sociales con mayor energía y combatividad que los socialistas en los conflictos desde los años ‘80, siendo duramente reprimidos. Decaen hacia los años ‘20 y desaparece su influencia cuando se produce el desarrollo industrial sustitutivo de importaciones a partir de 1935. Heroicos, éticos, generosos, no entendieron sin embargo, que en la Argentina y América Latina había una cuestión nacional pendiente y así fueron mitristas en historia, liberales en economía, antiestatistas, antinacionales en tanto internacionalistas, jugando al todo o nada, a la acción directa de la bomba, embistiendo contra la patria, la Iglesia y el Ejército como enemigos principales. Aquí debieron relativizar esos planteos que traían de España, Italia o el viejo imperio de los zares, y advertir la importancia de la dependencia y por ende, de los movimientos nacionales. De ahí su frustración en un país donde el irigoyenismo y el peronismo constituyeron movimientos populares de gran protagonismo popular, que no fueron comprendidos por los anarquistas.
De la historia del anarquismo rescato sus posiciones antiburocráticas, su espíritu de lucha, su coraje militante, su conducta ética. Lo rescatable del peronismo es la reivindicación de la justicia social y especialmente la incorporación de los trabajadores a un frente nacional, como columna fundamental de la lucha antiimperialista. También cabe señalar que mientras el peronismo, en su experiencia de lucha contra la clase dominante y los intereses externos, fue creando un contradiscurso respecto a las ideas dominantes (a través de Jauretche, Scalabrini Ortiz, Hernández Arregui y otros), el anarquismo- al igual que el Partido Socialista- sólo lo hizo en los rasgos generales de la crítica al capitalismo, pero no en cuanto cuestionamiento de la historia, la economía, la política y la cultura dominantes, tarea que inicia FORJA, en 1935, cuando el anarquismo agoniza.
El peronismo expresa los anhelos de la clase trabajadora industrial, es decir, los obreros, a partir de la llegada del coronel Perón al Departamento Nacional del Trabajo, en 1943. Esos trabajadores industriales se constituyen en columna fundamental del frente policlasista surgido el 17 de octubre de 1945 y esa adhesión a las tres banderas del peronismo perdura en los trabajadores durante el gobierno de Perón, durante los dieciocho años de proscripción, y aún hoy queda como poderoso sentimiento de la tradición del protagonismo popular.
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